LA MAYORÍA DE LOS QUE DICEN SER OPOSITORES A ORTEGA, AYUDARON A SUBIRLO AL PODER Y COMIERON DE SU MANO. LA ÚLTIMA Y VERDADERA OPOSICIÓN FUE LA CONTRA, PERO YA NADIE QUIERE ARRIESGAR LA PIEL POR NICARAGUA
La mayoría de los que ahora se autollaman «opositores a Ortega», son los mismos sandinistas renegados que le ayudaron a tomar el poder y por muchos años comieron de su mano.
Varios de estos aparecen como periodistas que despotrican contra la dictadura, como antes despotricaban contra los verdaderos exiliados que en Barricada y otros medios sandinistas nos llamaban «la gusanera de Miami», pero ahora tratan de sobrevivir en «la gusanera» y hasta piden donaciones al verdadero exilio para sostenerse ellos y a sus noticieros digitales.
Son renegados de Ortega, pero no de la corrupción, siguen siendo los mismos que fingían ser fieles al marxismo y despotricaban «contra el yankee enemigo de la humanidad», se acostumbraron a vivir sin trabajar, a vivir de los robos a título de «recuperaciones», vivieron en casas robadas que denominaron «confiscaciones» hasta que Ortega los expulsó del sistema.
Muchos son asesinos que pretextaron «ajusticiamientos» para usurpar patrimonios de familias honradas y trabajadoras, o simplemente asesinaron para quedar bien con sus patrones políticos.
Hasta ahora se están dando cuenta que los frutos de la delincuencia no son eternos.
También se están enterando que el delito, el crimen y la corrupción no son «ideología».
Se destacó la conducta de algunos de los que fueron rescatados por el gobierno de los Estados Unidos, transportados en avión a Miami y beneficiados con dinero en efectivo y ciertos hasta con vivienda; pero amaestrados a vivir en el totalitarismo, no soportaron vivir en la democracia y partieron para España, Colombia, Ecuador y otros países donde no los conocen y entre gente desconocida pueden ejercer su hipocresía política y venderse como opositores al que los hizo, les dio de comer y los mantuvo… sin trabajar, y si Ortega los perdona, todos correrán a postrarse ante su poder, buscando retornar a «la dolce vita». Esa es su amoralidad.
Debemos reconocer que no todos los nuevos exiliados caben en estas definiciones, hay muchos que son personas íntegras, periodistas honestos que siempre han trabajado para vivir, pero son una minoría.
No podemos decir lo mismo de los dueños de periódicos que fueron poderosos, acostumbrados a despotricar contra los gobiernos con toda clase de mentiras y epítetos cuando no se ajustan a sus ambiciones de poder y hasta apetitos presidenciales.
Cuarenta y cinco años después vienen a descubrir que en Miami hay fritangas en este exilio histórico y que hay exiliados que se han superado, olvidando que cuando eran un periódico poderoso fueron cómplices para expulsar de su Patria a más de un millón de nicaragüenses.
La primera vez fue culpa del estafador que nos engañó, si la segunda vez nos dejamos engañar por los mismos estafadores, será culpa nuestra.