En el corazón florecen los recuerdos. Es ineludible. Nunca se abandonan. Es parte del calvario del inmigrante cuando decide dejar todo atrás. No importan las razones que le empujaron a cargar con las maletas y aventurarse al viacrucis de sobrevivir lejos de casa. Por ello, de cierta manera, busca construir un hogar con las similitudes del que se abandonó. Mucho se llora en silencio. Y es lógico. Nadie dijo nunca que iba a ser fácil.
Algunos lo llaman el síndrome de Ulises, en alusión a la historia del semidios de la mitología griega que pena la lejanía y enfrenta múltiples obstáculos y vicisitudes en su intento de regresar a Itaca, su tierra. («Ulises pasábase los días sentado en las rocas, a la orilla del mar, consumiéndose a fuerza de llanto, suspiros y penas, fijando sus ojos en el mar estéril, llorando incansablemente…»). Ese laberinto emocional lo padecen aproximadamente 281 millones de personas que se estima son migrantes internacionales (3,6% de la población mundial, según datos de la ONU). Se extraña. A la mente sobrevuelan imágenes del barrio, los amigos y la familia, pilares que cobran vital importancia en el proceso. Siempre el sueño de la reunificación aparece y empuja a la toma de decisiones y acción.
El Programa de Parole Humanitario para cubanos, haitianos, nicaragüenses y venezolanos abrió, de cierta forma una puerta para este cometido. Establecido por la administración del presidente Joe Biden en octubre de 2022, inicialmente para Venezuela y ampliado en enero de 2023 para incluir al resto de los países mencionados. Este programa tiene como objetivo otorgar alrededor de 30,000 permisos de viaje, en teoría, para disuadir la inmigración irregular y descontrolada a través de la frontera sur.
A pesar de que no ha resultado tan efectivo y de recibir innumerables críticas sobre los criterios de elegibilidad y selección de los casos, el Departamento de Seguridad Nacional informó que, hasta el cierre de febrero de 2024, a 14 meses después del inicio del programa para las cuatro nacionalidades latinas, más de 386,000 personas han ingresado a los Estados Unidos.
Acorde con datos oficiales, el programa ha emitido visas humanitarias a más de 156,000 haitianos (38.5% del total), 97,000 venezolanos (24%), 81,000 cubanos, (20%). y 71,000 nicaragüenses (17.5%).
Numerosas familias que intentan reunir los requisitos para comenzar el papeleo se encontraban en vilo debido al juicio que buscaba inhabilitar el programa, pero el juez federal Drew Tipton de la corte de Victoria en Texas decidió que el Parole debe continuar, desestimando así las demandas de 21 estados republicanos apuntando específicamente daños significativos derivados de esta nueva oleada de inmigrantes.
Sin embargo, no todo es color de rosa. Primero, no son un secreto las exorbitantes cifras en gastos que genera en atención médica, educación y seguridad pública para los distintos estados. Segundo, algunas voces denuncian que no existen rigurosidad a la hora de chequear antecedentes y, por ende, se abren las puertas a elementos ligados a grupos criminales o regímenes totalitarios de la región. Tercero, la falta de transparencia al tomar determinaciones y cuarto, el sistema de lotería donde no se respeta un orden específico para las tramitaciones.
Eso sin mencionar que la semana pasada, miles de personas que presuntamente cumplían con los requisitos para solicitar un parole, recibieron noticias negativas acerca del estado de éstas siendo denegadas con un incremento repentino de más de 3 mil en un solo día y las demoras en la adjudicación de visas aprobadas.
De igual manera, es necesario preguntarse qué pasará cuando se cumpla el término del permiso de los dos años del programa. Porque esas miles de personas se van a encontrar en una encrucijada legal y un limbo migratorio. Recordemos que el parole humanitario es un estatus migratorio temporal otorgado por el Gobierno de los Estados Unidos. No confiere residencia legal permanente ni constituye una vía hacia la ciudadanía. Una vez cumplido el propósito humanitario, se espera que la persona abandone los Estados Unidos. Los beneficiarios del programa tienen la posibilidad de solicitar un nuevo permiso de residencia una vez que su permiso humanitario expire.
El parole humanitario no deja de ser para muchos una jugarreta política por parte de los demócratas, aunque es la respuesta el reencuentro no deja de generar interrogantes y es a su vez, la rosa y la espina. Tampoco está hecho para todos.
La inmigración ilegal no se ha detenido, y han entrado delincuentes y hasta sospechosos amigos de terroristas, como los palestinos que han estado protestando violentamente. Puro proselitismo político de Biden. Dios salve a América.