La prioridad fundacional de una u otra ciudad ––León y Granada, ambas del siglo XVI–– comenzó a debatirse desde finales del siglo XX.
Tradicionalmente, cronistas e historiadores atribuyeron esa prioridad a Granada. En 1953 Luis Cuadra Cea, notable investigador leonés, fue uno de ellos; para él Granada se fundó “a principios de 1524”, mientras que León “a fines” de ese mismo año. Julián N. Guerrero confirmó en sus monografías escolares de los años setenta la prioridad de Granada el 21 de abril de 1524: “pues en esa fecha conmemoraban los españoles la rendición del rey moro Abdalah, después de la victoria de Lucena, considerada la acción militar decidida para el logro de la unidad política de España”; y luego la fundación de León “el 19 de junio de 1524, día de la celebración católica del domingo de la Santísima Trinidad de aquel año”.
Pero Edgardo Buitrago en sus Breves apuntes históricos sobre la ciudad de León (1998), descartó tal fundación en esta última fecha, en vista de la documentación obtenida y analizada por el historiador costarricense Carlos Meléndez. Concretamente acepta que correspondió al mes de noviembre del mismo año de 1524, de acuerdo con deducción lógica de Meléndez. Pero la última palabra fue emitida nuestro el historiador Carlos Molina Argüello, basado en otros documentos localizados en el Archivo General de Indias, quien estableció la fundación de Granada el 8 de diciembre del citado año, fiesta de la Inmaculada Concepción; y la de León diez días después: el 18 del mismo mes y año, fiesta de Nuestra Señora de la Piedad. Por eso la primera iglesia mayor y catedral de León Viejo a partir de 1534 tuvo, inicialmente, dicho nombre y advocación.
Hernández de Córdoba pobló la azarosa villa de Bruselas ––así llamada–– al fondo del Golfo de Nicoya para cuidar la entrada a Nicaragua de un posible regreso de Gil González Dávila. Consistía en un real (o grupo de soldados) que serviría de enlace indispensable por la vía marítima con el centro irradiador de Panamá y por la terrestre con Granada y León. Al final, Bruselas resultó una ranchería precaria y efímera, siendo destruida dos veces sin llegar a constituir una verdadera villa, mucho menos un pueblo o ciudad.
Los documentos son muy claros. El primero conocido es la Carta-relación de Pedrarias Dávila, gobernador de Castilla del Oro, remitida a Carlos V en abril de 1525, sustentado en un testimonio que su lugarteniente Francisco Hernández de Córdoba le enviaba desde Nicaragua con Sebastián de Benalcázar, quien se la entregó a Pedrarias en Panamá el 10 de abril del año referido. En este documento se afirma: de la dicha nueva Granada bajamos a la provincia de Imabite y en medio de ella se pobló la nueva ciudad de León. Categóricamente, pues, queda establecida la primacía o prioridad fundacional de Granada.
Una segunda prueba se localiza en la cédula real expedida por la Real Audiencia de la Ciudad de Santo Domingo, o isla La Española, el 20 de abril de 1537, a cuya jurisdicción estaba adscrita la recién creada provincia de Nicaragua [página 1 del tomo IX de la Colección de Documentos para la historia de Nicaragua (1956) compilados por Andrés Vega Bolaños.
En lo conducente al tema, se confirma:
«Compareció Francisco Sánchez, vecino de la ciudad de Granada […], y por su petición que presentó, nos hizo relación diciendo: Que la dicha ciudad de Granada fue fundada y poblada antes de que se poblase la ciudad de León, y que siempre había estado poblada de muchos caballeros […] y que sus Alcaldes y Regidores hacen sus cabildos. Sánchez, escribano de Granada, exponía el motivo de su petición: que aunque tienen [los alcaldes y regidores de Granada] su jurisdicción, cualquier persona que quiere molestar a sus vecinos, los llaman ante el nuestro gobernador que reside en la dicha ciudad de León, de primera instancia […] Nos mandamos […] que de aquí en adelante no consintáis ni deis lugar que los dichos vecinos de la ciudad de Granada, ni algunos de ellos vayan de primera instancia, a seguir sus pleitos y causas a la ciudad de León […]»
[Por cierto, Nicolás Buitrago Matus, en su obra León: la sombra de Pedrarias (1960) reconoció el valor de ese documento y, por tanto, la prioridad de Granada].
Un tercer documento comprobatorio de la prioridad fundacional de Granada, a finales del siglo XVIII, es la afirmación del cura de la ciudad, Pedro Ximena, en su crónica de la Real Proclamación del Rey Carlos IV a partir del 11 de abril de 1790. En ella textualmente declara: que Granada celebró tal proclamación por conservar los fueros de más antigua, habiéndose fundado antes que la de León, por Francisco Hernández de Córdoba, Capitán de Pedrarias Dávila, Adelantado de Panamá en el Mar del Sur, como dice Herrera en sus Décadas (p. 119 de la obra Reales exequias / por el Señor / DON CARLOS III, / Rey de las Españas y América. / Y Real Proclamación / de su augusto hijo / el Señor D. CARLOS IV, / por la muy noble, / y muy leal ciudad / DE GRANADA, / Provincia de Nicaragua, / Reyno de Guatemala. Edición y notas de Manuel Ignacio Pérez Alonso. Managua, D.N., Banco Central de Nicaragua, Año de 1974).
En cuanto a la cita de Herrera, se trata de Antonio de Herrera y Tordesillas, autor en cuatro volúmenes de la Historia General de los Hechos de los Castellanos en las Islas y Tierra Firme del Mar Océano. Madrid, Imprenta Real, 1601.
Dadas las aún no descubiertas actas fundacionales de Granada de Jalteva y León de Imabite (todo parece indicar que no existen), Molina Argüello aclaró documental y lógicamente:
1) del 1ro. al 5 de mayo de 1524 Hernández de Córdoba, con gran parte de su gente, se hallaba en las minas de Tezoatega, repartiendo el oro, lo que se llamaba “El Socorro”, o adelanto a todos los socios que habían aportado ayuda económica para su expedición, entre ellos Gabriel de Rojas, Hernando de Soto, Sebastián de Benalcázar, Ruy Díaz y los residentes en Panamá, como Juan Téllez.
2) Del 4 de mayo, 2 y 3 de agosto datan documentos en los cuales no se alude a fundación alguna. Un tiempo después (septiembre, octubre y noviembre) la primera patrulla enviada por Hernández de Córdoba a Choluteca para enfrentarse a Gil González Dávila, trae noticias de éste.
González Dávila no quiere nada con Pedrarias y pone de condición a Hernández de Córdoba que desconozca y se aparte de Pedrarias; de lo contrario tendrían que pelear. Es entonces que Hernández de Córdoba decide fundar Granada y León.
3) Los españoles hacían las fundaciones de sus ciudades en fechas memorables del calendario religioso. Hasta la fecha, España hacía toda clase de ostentaciones populares en las siguientes festividades. Las del año bisiesto 1524 fueron cinco:
27 de marzo: Domingo de Resurrección;
15 de mayo: Domingo de Pentecostés;
28 de mayo: Día de la Santísima Trinidad;
8 de diciembre: Día de la Inmaculada Concepción;
18 de diciembre: Día de Nuestra Señora de la Piedad.
De ahí que Molina Argüello haya asegurado, con el máximo de probabilidad, las fundaciones de Granada y León en las dos últimas fechas.
En un documento del 25 de febrero de 1525 (dos meses antes de la Cartarelación de Pedrarias) se constata la existencia de ambas ciudades. En concreto: que Juan Téllez, ya en León, había traído de Panamá varias mantas de mantel ––compradas en 25 pesos–– para la nueva iglesia de Granada, más 700 clavos de un jeme para los altares de León y Granada.
Ya ocurridas ambas fundaciones (no sin antes haber pacificado el territorio a inicios de 1524 peleando contra los guerreros sutiabas revestidos con las pieles de sus muertos y en otra batalla en las sierras de Juana Mostega), Hernández de Córdoba envió otra patrulla o expedición para combatir a González Dávila, encabezada por Hernando de Soto.
El resto ya es historia conocida. Hernández de Córdoba se alió con Hernán Cortés para que lo nombrase gobernador de Nicaragua, traicionando a Pedrarias, quien lo procesó y degolló en León Viejo en junio de 1526.
El 17 de mayo de 2022, en la Alcaldía de Granada, la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua organizó un coloquio sobre la fundación de la ciudad más antigua del continente en su asentamiento original, donde fue corregida la fecha errónea de su fundación (21 de abril de 1524) que el alcalde en funciones había colocado en un arco erigido a la entrada de la ciudad.
Desde entonces, la autoridad edilicia se negó a rectificar la fecha argumentando (el 28 de noviembre en una reunión oficial convocada por la Cancillería) que el 8 de diciembre no era ninguna fiesta celebrada por los españoles, ya que el dogma de la Inmaculada Concepción de María fue declarado por Pío IX hasta 1854. Sin duda, el alcalde electo demostró un supino desconocimiento de la historia de España.
En efecto, varios siglos antes de 1524 existía en la Península un gran entusiasmo popular por la Inmaculada Concepción.
El rey Godo Sisenando ordenó en el año 663 la celebración solemne de esta fiesta en todo el territorio. Juan I de Aragón declaró que las festividades de La Inmaculada eran celebradas en su casa real desde tiempos inmemoriales y observados en todos sus dominios.
En 1484 doña Beatriz de Silva fundó la Orden de “La Inmaculada”, primera bajo tal advocación o patrocinio. El célebre cardenal Cisneros fundó la Cofradía de la Concepción, a la cual debían pertenecer todos los reyes españoles que, a su vez, pediría ininterrumpidamente al Santo Padre declarar Dogma de Fe la Inmaculada Concepción de María.
El entonces alcalde de Granada, cuyo nombre no vale la pena revelar, proyectaba conmemorar los 500 años de la Gran Sultana el 21 de abril de 2024, olvidando que sus predecesores celebraron con todo esplendor su 450 aniversario en 1974 y su 475 aniversario en 1999 el 8 de diciembre.
Víctima de la piratería europea del siglo XVI e incendiada por el filibusterismo esclavista del siglo XIX, Granada resurgiría de sus cenizas por el Ave Fénix, mientras León de Imabite, destruida en 1610 por las fuerzas de la naturaleza, quedaría sepultada más de tres siglos y medio.
Pero en abril de 1967 sus vestigios surgieron a una nueva vida, constituyendo el más antiguo legado hispánico de Nicaragua.