En doce meses se celebrarán elecciones en Nicaragua. La ciudadanía las espera transparentes, justas, libres y observadas. La comunidad internacional respalda estos comicios como salida pacífica y constitucional de nuestra crisis sociopolítica y económica actual. La Constitución Política y Ley Electoral vigente definen aquellos derechos ciudadanos y el desarrollo en el tiempo del proceso electoral que comenzará a correr. La Asamblea General de la OEA recomienda la implementación de reformas electorales y la Secretaria General reveló expresamente la legitimidad de origen del gobierno Nicaragüense por no haber impugnado ningún partido político las elecciones del 2016 ni hasta hoy los Cancilleres de los países signatarios haber adoptado la resolución de declarar el rompimiento del orden constitucional en Nicaragua. El escenario descrito es crítico y real, sin sorpresas, apasionamientos y claro.
Nuestro pueblo elector está adormecido y decepcionado, aún más, según las últimas encuestas de comienzo de este año de ProVoto, Cid Gallup y Diálogo InterAmericano el 70% ha expresado no tener preferencia por ningún partido político y que no votará.
Es opinión generalizada y aceptada que el desinterés en votar en noviembre del 2021 se debe a las siguientes causas,
1) Los Pactos OrtegaAlemán del PLC en el 2000, el de Eduardo Montealegre del hoy partido CxL propuesto a Ortega en 2006 al reconocerlo como ganador de las elecciones a cambio de prebendas personales, sin haberse contado todos los votos y que lo instaló en el poder hasta hoy; y el del pernicioso cogobierno de la cúpula del Cosep hasta el 2018.
2) La falta de resultados de una oposición creada de dedo, sin respaldo popular que no pudo imponerse al gobierno en dos diálogos generando la «actual desesperanza instalada en Nicaragua»;
3) La aparición de corruptos ex sandinistas de los 80 en las filas opositoras que el pueblo rechaza y
4) Ausencia de verdaderos partidos políticos de oposición siendo los actuales colaboracionistas del FSLN. Entre todos ellos no obtienen más del 5% de los votos.
En varias ocasiones leí y estoy de acuerdo con Fabio Gadea con su comentario al diario La Prensa de que de todos los grupos opositores no se saca uno. Recientemente los Estados Unidos en su nomenclatura «designó» a Arnoldo Alemán y como consecuencia a él y a su familia les prohibieron entrar a Estados Unidos por corruptos. La comunidad internacional conoce las andanzas de Montealegre, de los del Cosep hasta 2018 y otros que alegremente se llaman opositores. Lo grave es que interesa más ante los ojos de los nicaragüenses las trifulcas interminables que por inexperiencia y corrupción ocurren en la oposición que la inminente realidad de que vamos a ir a unas elecciones en 2021 y hay un adversario político organizado, con recursos y con poder. Se ha descuidado la obligación democrática de saber, conocer y planear como vencer con el voto al FSLN y se dedican a saborear con interés mórbido esos pleitos, se está actuando a estas altura como un aparato Psicopompo porque no existe oposición organizada, monolítica, articulada y muchos menos con recursos financieros ni humanos que equivale a decir ya sin vida.
Cuando se expone el problema, debe aparecer la solución. Esta es la formación de un nuevo partido o de nuevos partidos de oposición, creíbles, de corte democrático que respondan a las aspiraciones ciudadanas diversas, y si son más de uno, uniéndolos 6 meses antes de las elecciones mediante una Alianza Electoral para que el pueblo elector dentro de las fronteras patrias y los residentes en el exterior por primera vez en nuestra historia republicana votemos juntos. Esa es la unidad, la verdadera y posible que debe primar sobre toda diferencia interna. Hay que darse cuenta que en elecciones se participa con partidos políticos, no con grupos, ni coaliciones o alianzas sin respaldo popular. Si hubiese respaldo popular ya se vería esa pujante organización, ¡Pero simplemente no existe!
ProVoto iniciará una campaña de concientización del voto y estímulo para promover el ejercicio del sufragio e impartir seminarios, dirigir talleres, simposios, reuniones y capacitaciones a los que con espíritu ciudadano puedan formar su partido político o para coordinar el esfuerzo cívico de la creación de uno de corte democrático que pueda unir el sentir de los nicaragüenses en el interior y de los residentes en el exterior. Ya ensayaron queriendo hacer coaliciones, alianzas y unidades que fracasaron. Hay que presentar entonces a la ciudadanía que espera con necesidad y urgencia, una opción política realizable, creíble, nuevos programas de gobierno, nuevos y modernos conceptos que emanen de un partido político real, porque de lo contrario no se elegirá un gobierno por mayoría sino por los que fueron a votar. Estoy seguro que la solución es viable en el tiempo, justificable en la acción y bienvenida por la nación nicaragüense.
El Autor es Abogado y Presidente de ProVoto.