(ED-577 – Mayo 2024).- 1978: Gaspar García Laviana murió en combate contra la Guardia Nacional de Nicaragua. Gaspar García Laviana nació el 8 de noviembre de 1941 en el caserío de Los Roces. Se ordenó sacerdote de la Orden del Sagrado Corazón. En 1969 llegó a Nicaragua para trabajar como misionero en Tola, dep. de Rivas. Allí trabajó con los campesinos locales. Escribía poemas de corte socialista y a favor de la Teología de la Liberación.
En 1977 fue detectado por la Oficina de Seguridad Nacional de la Guardia Nacional comprobando sus actividades de apoyo al Frente Sandinista actuando como correo, transportando gente y, principalmente, reclutando campesinos para que se integraran como guerrilleros. Estaba muy influenciado por el espíritu de la Teología de la Liberación que ponía en lugar preferencial la acción pastoral a los pobres. Estaba decepcionado de la jerarquía católica nicaragüense.
Aunque no era proclive a la violencia, vio en ella el único medio para que los pobres fueran liberados de su opresión. Finalmente acabó tomando las armas. Se trasladó al Norte de Costa Rica, zona fronteriza con Nicaragua donde estaban diecisiete (17) campamentos de entrenamiento guerrillero con autorización y tolerancia del gobierno de Costa Rica, a petición de la Agencia Central de Inteligencia, CIA, de los Estados Unidos.
La casi totalidad de los entrenadores militares en esos campamentos eran extranjeros, principalmente militares panameños, chilenos y argentinos; Gaspar García Laviana se convirtió en uno de los entrenadores que enseñaban tiro de morteros, de ametralladoras y de lanzacohetes RPG. Se desconoce dónde García Laviana aprendió el manejo de esas armas, porque no existe información de que este sacerdote previamente haya recibido entrenamiento militar. García Laviana no era el único sacerdote en esos campamentos, le acompañaban el sacerdote José Antonio Sanjinés, también español e instructor militar y Ernesto Cardenal Martínez, el conocido poeta nicaragüense que oficiaba las misas a las tropas guerrilleras, asegurando que –«Jesucristo era guerrillero y marxista como todos ustedes». (Comprobar en YouTube «“Misa Guerrillera, Nicaragua 1978, Padre Ernesto Cardenal”»).
La participación de García Laviana en la guerra contra el gobierno del Gral.
Somoza Debayle y contra la Guardia Nacional, empujó muchos católicos a tomar las armas en esa guerra sin ser partes ni miembros del Frente Sandinista, pero los sandinistas utilizaron a García Laviana, vivo y muerto, para su propaganda, justificando que los extranjeros combatieran a tropas nicaragüenses. Los sacerdotes católicos Garpar García Laviana y José Antonio Sanjinés, eran predicadores de la Teología de la Liberación.
A finales de 1978 el padre García Laviana se incorporó a la guerra como Comandante de la columna guerrillera Benjamín Zeledón. El 10 de Diciembre se le dio la misión de aniquilar a una patrulla de la Guardia Nacional que habían localizado en la hacienda Santa Elena en el departamento de Rivas. Al chane de nombre Elías Pérez Padilla se le designó para guiar a García Laviana y su tropa hacia donde estaban los Guardias Nacionales acuartelados.
Pérez Padilla explicó a García Laviana que si los Guardias no estaban en la hacienda Santa Elena, posiblemente estarían en la casa del cuidador de la hacienda El Disparate, lugar que también llamaban El Infierno. El sacerdote y comandante García Laviana seleccionó a un grupo de 27 guerrilleros que él consideró eran los mejores combatientes, columna que dividió en tres escuadras. La primera comandada por el propio Gaspar García Laviana; la segunda fue la escuadra de asalto bajo el mando del comandante Javier Pichardo «Emilio», y la tercera bajo el comando de Carlos Duarte Tablada «Jerónimo».
En la escuadra de Gaspar García Laviana iba como subjefe Alejandro Guevara Silva «Fernando»; Santiago Gutiérrez «Estelí» y también El Zorro Nica, Paco, Tití, Tonino y Orlando. La escuadra de asalto la integraron Javier Pichardo «Emilio», Johnny Tórres, Marcelino Melgarejo «Concho»; José Abrahám Rojas Moreno «El Zorro»; Pedro Hernández «Sagitario»; Cumbo, Nello, Oscar y Dennis.
La tercera escuadra comandada por «Jerónimo», la integraron J. Dávila «Caballo de hierro» (muerto en combate contra la Guardia en la radial Santo Domingo de Managua en Junio de 1979); Víctor Manuel Urbina Sevilla «Juancito», Mario Iván Guerra «Jorge», extranjero chileno; José Isaac Murillo Prado «El Tigre»; Gilberto Cano Gaitán «Porfirio», muerto en combate en Nueva Guinea, junto con Elio Cuarezma Fuentes «Pico»; Ernesto Santos Rodríguez «Cristo» militar panameño de la Brigada Victoriano Lorenzo; Marco Antonio Cuarezma Fuentes «Orlando» y Frank Sheller Norori «El Chele Andrés», desaparecido en Miami, EE.UU., Puma, cayó en combate en el Ostayo, el 10 de julio de1979; Gato, Damián y Justo.
El Comandante Gaspar García Laviana hizo la planificación del ataque a la hacienda Santa Elena, en las márgenes del río Mena, lugar donde se suponía estaba la patrulla de la Guardia Nacional. A las dos de la tarde del 10 de diciembre de 1978 partió la tropa expedicionaria. Caminaron cerca de 25 kilómetros por terrenos sonsocuitosos y montes enmarañados siguiendo una ruta circular en busca de atacar por el lado más vulnerable.
Antes de llegar a la hacienda Santa Elena se consolidó el plan del ataque. Se dividieron para ocupar posiciones ventajosas. Toda la tropa guerrillera se movilizó a la orden de asalto del padre García Laviana, pero no hubo respuesta… la hacienda estaba vacía.
El Comandante reunió a sus segundos jefes para discutir la estrategia a tomar, pero el sacerdote guerrillero demostró un escaso conocimiento táctico militar, porque realmente era un guerrillero teórico sin ninguna experiencia y tomó la decisión de ordenar la persecución de la patrulla de la Guardia, contra la opinión de los militares extranjeros más experimentados y de sus propios subcomandantes de la columna, Javier Pichardo y Carlos Duarte, que le advirtieron de la capacidad combativa de la Guardia y que lo más seguro era que la patrulla de la Guardia ya tuviera conocimiento que una columna guerrillera estaba en la zona; pero el Comandante García Laviana impuso su voluntad y ordenó perseguir a los Guardias tomando todas las precauciones sin especificar cuáles precauciones.
Por el tipo de órdenes y movimientos de la columna guerrillera, se hizo evidente que García Laviana no tenía la capacidad militar para dirigir un combate, y además subestimó la capacidad combativa de la Guardia Nacional, pues en los campamentos guerrilleros de Costa Rica se predicaba que –«los Guardias eran miedosos, cobardes y que salían huyendo a los primeros disparos».
Los hechos y la historia demostraron todo lo contrario, pues en toda la guerra 1978-1979 los sandinistas no lograron ni un sólo triunfo militar y por eso lo único que quedaron celebrando fue «El repliegue», que no fue otra cosa de una masiva huida a Masaya. Estando decidido el ataque a la casa donde se suponía que estaba la patrulla de la Guardia, el guía Elías Pérez le pidió al Comandante Gaspar permiso para avisarle a su hermano y familia que abandonaran la casa de la finca El Infierno que cuidaban, que era un sector de la hacienda El Disparate, para que se protegieran a la hora del ataque.
García Laviana cometió el error de autorizar a Pérez Padilla de avisar a su hermano. Las tres escuadras tomaron posiciones frente a la casa de la familia Pérez Padilla. El comandante Gaspar modificó el plan de ataque recomendando a toda su tropa mantenerse quietos y silenciosos esperando la luz del día para atacar. Cuando llegó el amanecer del 11 de diciembre, un día frío, con llovizna y nublado.
Se esperaba la orden de fuego, que se daría por medio de una granada polivalente que lanzaría el propio García Laviana sobre la posición de los Guardias. Gaspar y su escuadra se ubicaron sobre una colinita a la orilla derecha del camino que conducía a la casa del cuidador en El Infierno. La columna de asalto que comandaba Javier Pichardo Ramírez no acometió frontalmente sino que rodeó la casa por el lado norte y encontró la casa vacía. La patrulla de la Guardia se había escondido al fondo de una hondonada.
Cuando la patrulla de la Guardia supo que la familia Pérez Padilla había desocupado la casa de El Infierno, les dio motivos de sospecha. La patrulla de la Guardia dejó varias cajas de latas de Ración C para que creyeran que habían abandonado definitivamente la casa. Esos alimentos enlatados abandonados por la Guardia, causaron alegría entre los guerrilleros que siempre estaban escasos de provisiones.
La escuadra de Pichardo se retiró rápidamente llevándose las Raciones C. La patrulla G.N., bajo el mando del Cptn. Mario Morales inició la persecución de la escuadra de Pichardo que iban descuidados con las Raciones C, pero de pronto los Guardias se toparon con uno de los guerrilleros de la escuadra de Gaspar que se impactó de ver a la patrulla G.N. y gritó lleno de pánico: –«¡La Guardia!», cayendo muerto por los disparos de la Guardia.
La patrulla G.N. rodeó la lo-mita donde se ocultaban el Comandante Gaspar García Laviana, el subjefe Alejandro Guevara Silva y Luis Arroyo Ugarte «Tonino». En su testimonio escrito, Carlos Duarte Tablada dice: –«Yo alcancé a oír a Gaspar gritando: “¡Hay mamita me dieron!”». La escuadra de García Laviana fue sorprendida por un movimiento envolvente y el primero en caer herido de muerte fue el propio Gaspar García Laviana, y a su lado cayó también sin vida el combatiente Luis Arroyo Ugarte, alias Tonino originario de Rivas.
El Comandante García Laviana no tuvo tiempo de lanzar la granada polivalente que era la señal para atacar. Del fondo de la cañada, allá abajo de la casa de la familia Pérez Padilla, surgieron más soldados de la patrulla fronteriza de la Guardia Nacional y empezaron a hacer fuego contra los guerrilleros. La escuadra de Pichardo escuchó una fuerte balacera, pero decidieron no regresar y continuaron con su carga de Raciones C. La otra escuadra, comandada por Carlos Duarte Tablada, estaba más cerca de El Infierno donde se había desatado la balacera, pero tampoco se acercaron a participar del combate. Duarte dijo: –«Yo había ordenado a mi escuadra hacer sentadillas para entrar en calor, no pude apreciar nada, solo escuchar». (?) Y fue cuando Carlos Duarte escuchó al padre García Laviana lanzar su último grito en esta vida: –«¡Hay mamita me dieron!».
Después los miembros de esta escuadra dieron versiones contradictorias de haber hecho un contraataque heróico contra a la patrulla de la Guardia, pero los hechos no revelan estas versiones como verdaderas, sino como propaganda, según se desprende de sus mismos testimonios. El propio Duarte Tablada escribió: –«Escuche gritar al Cptn. G.N. Mario Morales: “¡Mortero! ¡Mortero, denle a 600 metros al sur!”.
Trasmitía a una batería de morteros que estaba ubicada a unos doscientos metros atrás de la casa de los Pérez Padilla. Explosiones secas de morteros; silbidos de balas rasgaron el aire… Subí rápidamente la loma ordenándole a Puma y a Ernesto Santos Rodríguez “Cristo” que enderezaran la ametralladora Mack hacia la casa de los Pérez Padilla y que cambiaran cañón –cosa que olvidaron– y como había que meterle cinta tras cinta, el cañón de la Mack se reventó.
De los otros que acompañaban a Gaspar, “Paco”, de la brigada Victoriano Lorenzo de Panamá, recibió un balazo en uno de sus antebrazos que le hizo botar el fusil automático Browning que portaba. El disparo le produjo la fractura del cúbito y radio de unos de sus antebrazos, y quedó fuera de combate. El compañero Luis Arroyo Ugarte, “Toni-no”, fue abatido de varios disparos y falleció en forma inmediata. Los pocos disparos defensivos de nuestra parte fueron realizados por Alejandro Guevara Silva.
Hubo una lluvia incesante de fuego contra la colina y mientras los morteros triangulaban su cerco de fuego y muerte, grité la retirada, la cual se hizo con mucha sobriedad y orden. Me ayudaron a garantizar la retirada el ánimo de los compañeros: José Murillo Prado “Tigre”, miembro de la brigada panameña Victoriano Lorenzo; el compañero Víctor Manuel Urbina Sevilla “Juancito”; Jorge, el chileno, me reclamó que por qué nos íbamos. Le dije que habíamos violado la orden de los comandantes García Laviana y Pichardo de presentar combate sólo quince minutos, si es que se daba.
Seguimos la marcha al vado del río y al punto de reunión. Ya en el río, el chileno Jorge me amenazó con su fusil que si yo no pasaba me rafagueaba; volví a persuadir al camarada. En otra parte del curso del río Mena la Guardia capturó, por no saber nadar, al compañero Santiago Tórrez Gutiérrez, “Santiago”. Salíamos de la colina, en eso empezaron a caer docenas de proyectiles de morteros de 60 mm y 81 mm. Apareció la aviación de la Guardia que nos ametralló y bombardeó.
Los Guardias se lanzaron en nuestra persecución con la ayuda de tropas frescas de refuerzo helitransportadas. Logramos salir del lugar de peligro, sin embargo, aun escuchábamos ráfagas de ametralladoras. Mientras bajábamos, Jorge, el chileno, iba discutiendo por qué me quedaba de último, que pasara adelante a guiar la columna, le respondí que el deber del jefe es ir de último en la fila, cuidando de la integridad y retirada de todos los compañeros», así concluyó su relato Carlos Duarte Tablada, jefe de la tercera escuadra de guerrilleros que salieron a cazar a una patrulla de Guardias Nacionales. En su relato final no se habla de un combate o contraataque heróico, sino de una «sobria y ordenada retirada».
También da testimonio del reclamo que le hizo a Duarte el extranjero chileno Mario Iván Guerra alias «Jorge» de por qué escapaban en vez de quedarse a combatir, todo lo cual indica que no hubo contraataque de héroes combatientes sino un precipitado repliegue. Este chileno Mario Iván Guerra alias «Jorge», era originario de Temuco, Chile y murió en combate el 7 de Julio de 1979 y había sido entrenado en las academias militares de Cuba.
Cuando los guerrilleros iban de retirada, considerando que ya habían escapado del fuego de la Guardia Nacional, al bajar una loma, la patrulla de la Guardia comandada por el Cptn. Mario Morales apareció de la nada volviendo a atacar a los guerrilleros con diez Guardias. Tres guerrilleros respondieron el fuego: Santos Rodríguez, «El Puma» y Carlos Duarte, el jefe, que se quedaron atrincherados cubriendo la retirada del resto de la columna.
Súbitamente pasó velozmente Frank Scheller Norori «El chele Andrés» disparando hacia la posición de los Guardias, lo que aprovechó Duarte para ordenar el repliegue definitivo. Duarte menciona en su testimonio a uno de sus guerrilleros de nombre Víctor Manuel Urbina Sevilla alias «Juancito», este guerrillero campesino es el mismo que el 6 de Noviembre de 1976 fue el guía, baquiano o chane que llevó al Comandante Carlos Fonseca Amador, «Agatón» directamente a El Varillal, Zinica, donde dos patrullas de la Guardia Nacional le esperaban con sendas emboscadas donde murió Carlos Fonseca y todos sus acompañantes, menos el guía Víctor Manuel Urbina Sevilla alias «Juancito», que ahora integraba la escuadra de Duarte Tablada, bajo el comando de Gaspar García Laviana. El dos veces sobreviviente «Juancito» falleció en la pobreza, olvidado en su humilde hogar el 10 de Enero de 2015.
De los 27 guerrilleros de la columna de García Laviana murieron 10, o sea más de la tercera parte. El sacerdote y comandante sandinista Gaspar García Laviana murió el 11 de Diciembre de 1978 a la orilla del Río Mena, en el lugar llamado El Infierno, municipio de Cárdenas, departamento de Rivas, cuando al frente de la columna guerrillera Benjamín Zeledón intentó fallidamente emboscar a una patrulla de la Guardia Nacional. Murió de dos disparos, uno en el muslo y otro cerca del corazón.
La Guardia Nacional mandó a traer en helicóptero al gobernador político departamental de Rivas y al médico forense de esa ciudad, así como a un sandinista que se encontraba prisionero en el cuartel de la GN, con el objetivo de identificar al jefe guerrillero caído en El Infierno. La patrulla de la Guardia que mató en combate a García Laviana, estaba bajo el mando del Cptn. (Inf) G.N. Mario Morales, oficial graduado en la Academia Militar de Nicaragua, que tenía como seudónimo El Diablo Morales, de donde surgió la anécdota de que –«Al Padre García Laviana le salió el Diablo en el Infierno».
El hermano de García Laviana, que también era sacerdote católico y otros religiosos que conocieron al cura guerrillero, entrevistados por la prensa española opinaron sobre el sacerdote sandinista: Silverio García Laviana, su hermano. Misionero del Sagrado Corazón, testificó: –«Yo nunca hubiera empuñado las armas, pero nunca juzgué a mi hermano. La muerte de mi hermano Gaspar no sirvió para nada.
Los jefes sandinistas se corrompieron y el pueblo sigue más explotado que antes». Pedro Regalado ex misionero del Sagrado Corazón. Compañero en el seminario y en Nicaragua: –«Los demás comandantes iban por detrás de la tropa y Gaspar siempre iba delante, el primero. Por eso le mataron. Cautivaba a la gente, sobre todo a las mujeres». El seudónimo de García Laviana era Comandante Martín, miembro del Estado Mayor del Frente Sur Benjamín Zeledón y Jefe de la Base 13.
El segundo al mando de la Base era el comandante «Emilio» Javier Pichardo. Entre los integrantes de la Base estaban Alejandro Guevara, Reynaldo Díaz, Elio Cuarezma «Pico», Jhony Torres, José Abraham Rojas Moreno «El Zorro», Ernesto Santos Rodríguez «Santos» (panameño); alias «Mello» (panameño); Francisco Cuadra «Chico» (panameño); Mario Iván Guerra «Jorge» (chileno); Guillermo Segundo Núñez Blanco, Luis Aroyo Ugarte, Gilberto Cano Gaitán «Porfirio»; Montemar Úbeda H. «Bomba Loca»; Santiago Gutiérrez «Pelillo», Marcelino Melgarejo «Concho» (panameño); Oscar Cortes «Hernán»; y otros. Después de la toma del poder por el FSLN, los restos del Padre García Laviana fueron exhumados y enterrados con honores, en el cementerio del poblado de Tola, Rivas.