A PROPÓSITO de la discusión en la Asamblea extraordinaria de la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua (AGHN) el martes 21 de junio, sobre la conmemoración del quinto centenario de León Viejo y de Granada en 2024, consignó ––modestia aparte–– mi autoridad sobre el tema, respaldada por más de una decena de libros sobre León y Granada; más aún: soy el único nicaragüense declarado hijo predilecto de ambas ciudades. Basta citar dos de esos libros: León Viejo: Pompeya de América (UNESCO, junio, 1993) y León de Nicaragua / Tradiciones y valores de la Atenas centroamericana (CIRA, 2002).
El 17 de mayo, en la Alcaldía de Granada, la AGHN y el Instituto Nicaragüense de Cultura organizaron un coloquio sobre la fundación de la ciudad más antigua del continente conservada en su asentamiento original, donde fue corregida la fecha errónea que se manejaba y se reiteró, con no pocos documentos, la prioridad cronológica de Granada (el 8 de diciembre de 1524) sobre León Viejo (fundada diez días después: el 18, Día de Nuestra Señora de la Piedad, nombre que recibió la primera catedral de León).
En 1598 Granada era la «cabeza principal de Nicaragua». Así la llamó Lope de Vega en un verso de La Dragontea, obra publicada en ese año. Mientras tanto, León Viejo tenía rato de ser más ruina que otra cosa. En 1586 la casa que se caía no se reedificaba; los vecinos iban muriendo o se trasladaban a Granada, al igual que el obispo y el gobernador. Ambos no se hallaban en León Viejo el 19 de enero de 1610, cuando el alcalde Pedro Munguía de Mendiola, sin fundamento jurídico, decidió encabezar a los escasos vecinos para instalarse junto al pueblo indígena de Sutiaba. Y fue hasta el 9 de abril de 1619 que una cédula aprobó la mudanza de «la ciudad vieja» a la nueva. De hecho, pues, se trataba de dos poblaciones distintas.
Por eso solo el celo localista explica la pretensión de los actuales leoneses de conmemorar 500 años de ilusoria existencia. En 1974, cuando Granada celebró sus 450 años con todo esplendor, la Cámara de Comercio y los alcaldes de León felicitaron a la Gran Sultana por su significativa y única efeméride. Tal lo revelan los dos comunicados que adjunté.
Desde 1539, con el recorrido completo del Río San Juan, Granada inició un auge que duraría hasta 1665 con el primero de los dos subsiguientes saqueos de los piratas, manteniendo una fluida comunicación comercial con los puertos del Caribe. Tenía 250 habitantes más que León nuevo y una parroquia superior a la segunda catedral de León (la sexta y actual comenzó a construirse hasta 1747). Además de los gobernadores, siete obispos de la Diócesis de León (que abarcaba toda la provincia de Nicaragua) vivieron en Granada por razones económicas y allí murieron, siendo enterrados en la parroquia de la ciudad: fray Antonio Zayas (1582), fray Pedro Villarreal (1619), fray Alonso Briceño (1650), fray Tomás Manso (1562), fray Alonso Bravo y Laguna (1665), fray Dionisio de Villavicencio (1735) y fray Mateo de Navia y Bolaños (1762).
Durante la Asamblea de la AGHN el 21 de junio 2022, propuse un Debate histórico sobre León (a partir de 1610) y Granada. Podría tener lugar en el Salón Darío de la Asamblea Nacional. El doctor Wilfredo Navarro y mis posibles contendientes tienen la palabra.