Montoyita cumplió 110 años. Es el monumento más antiguo
La juventud nicaragüense siempre ha estado presente, activa y participante en las luchas verdaderas por la defensa de la libertad de Nicaragua. Ramón Montoya Acevedo fue el adolescente que murió en la Batalla de Namasigüe, combatiendo contra los ejércitos combinados de Honduras y El Salvador en 1907. Su monumento es el único erigido al verdadero Soldado de la Patria. Como Montoya, la juventud actual ha entregado su sangre por la misma causa: la Libertad de Nicaragua.
El Monumento en Homenaje al Soldado Nicaragüense, con la estatua erigida en bronce al joven nicaragüense Ramón Montoya Acevedo, cumplió 110 años, fue inaugurado el primero de Enero de 1909. Este es el verdadero Monumento al Soldado de la Patria, pues conmemora a los soldados que defendieron a Nicaragua de la agresión extranjera. Es la estatua más antigua de la ciudad de Santiago de Managua, pero es el segundo monumento en antiguedad, el primero es el Obelisco del Siglo XX inaugurado el primero de Enero del año 1900, al comenzar el siglo XX que se mantiene en el Parque Rubén Darío de Managua, ambas obras del gobierno de Zelaya.
El monumento fue inaugurado con un discurso del Dr. José Dolores Gámez, insigne historiador que era el Ministro de Gobierno de la administración del Presidente de Nicaragua, Gral. José Santos Zelaya López. Desde entonces el Monumento a Montoya ha resistido dos grandes terremotos que han destruido a la capital y miles de temblores, cada año, durante más de un siglo. También ha sobrevivido a las turbulencias políticas, causadas por la ignorancia de la gran mayoría de la población, pero sobre de los políticos y gobernantes que también desconocen a quién y por qué se erigió este monumento, que originalmente –en 1909– se colocó en el Parque Central. Al caer Zelaya, los gobiernos conservadores arrancaron la estatua de Montoya y el Obispo de Granada la pidió de regalo a Adolfo Díaz para fundirla y hacer una campana.
En 1945, el Alcalde de Managua, Gral. Andrés Murillo, que combatió en Namasigüe (Honduras), pavimentó la Avenida del Ejército y el Monumento fue trasladado al sitio donde hoy se encuentra miserablemente abandonado y en completo deterioro. La estatua representa al joven soldado nicaragüense Ramón Montoya Acevedo, hijo de don Francisco Montoya y de doña Francisca Acevedo de Montoya, originarios de la ciudad de León, se trasladaron a Managua, junto con el pequeño Ramón y se establecieron en el Barrio El Nisperal, donde después se construyó La Escuela de Artes del Ferrocarril, desaparecida en el terremoto de 1972.
Al enrolarse en el Ejército de Nicaragua en 1907, Montoyita le dijo a sus padres: –«Me voy a la guerra porque no quiero que me cuenten cuentos y Nicaragua me necesita».
Ramón Montoya Acevedo murió en el frente de guerra durante La Batalla de Namasigüe a los 16 años de edad, cuando el joven soldado salió de su trinchera alentando a sus compañeros a integrarse a la ofensiva final (y que le siguieran), y cuando llegó a la cumbre de la loma El Grito, una bala le arrebató la vida, convirtiéndose en el ícono del heroísmo en La Batalla de Namasigüe, la penúltima batalla de la guerra que en 1907 el Ejército de Nicaragua sostuvo contra los ejércitos combinados de Honduras y El Salvador.
Namasigüe es una comarca hondureña cercana a Choluteca y al punto fronterizo de El Guasaule. Esta batalla duró una semana, del 17 al 23 de Marzo de 1907. La guerra había comenzado con el inesperado y sorpresivo ataque del Ejercito de Honduras a la guarnición nicaragüense del puesto fronterizo de Los Calpules, Chinandega, el 9 de Enero de 1907. Nicaragua no respondió la agresión y se sometió a un arbitraje diplomático. Esto se interpretó como debilidad y, enmedio de las negociaciones, Honduras atacó nuevamente, esta vez al poblado nicaragüense de Tapacales, Nueva Segovia, el 18 de Febrero de 1907; pero los soldados nicaragüenses, que ya estaban preparados y alertas, lograron rechazar la agresión externa, que en ese segundo intento estaba comandada por el conservador nicaragüense Gral. Emiliano Chamorro Vargas que combatió al lado de los hondureños y les alentaba a la agresión, pero fueron derrotados. El gobierno de Zelaya puso a Nicaragua en pie de guerra y lanzó una ofensiva de tres ejércitos penetrando el territorio hondureño.
El Ejército de Nicaragua ganó todas las batallas en todos los frentes, hasta llegar a Namasigüe, donde el ejército salvadoreño reforzó al hondureño y entre ambos combatieron al Ejército de Nicaragua. Los nicaragüenses, con la combatividad inspirada de sus dos mil soldados, incluyendo a los más jóvenes como Ramón Montoya Acevedo, y su heróico ejemplo, derrotaron a los seis mil soldados honduro-salvadoreños en Namasigüe y después persiguieron los restos de los dos ejércitos.
Poco antes de llegar a Tegucigalpa, capital de Honduras, alcanzaron al ejército hondureño y le obligaron a combatir en la batalla de Maraíta, donde el Ejército de Honduras sucumbió y Nicaragua logró la victoria final y definitiva de la guerra de 1907. Zelaya ordenó la destitución del presidente de Honduras, Gral. Manuel Bonilla y colocó en su lugar a Miguel E. Dávila, liberal hondureño amigo del Gral. Zelaya.
Cientos de soldados nicaragüenses murieron en aquella guerra. En su honor, memoria y gloria se levantó este Monumento al Soldado Nicaragüense, esculpido y fundido en Italia conforme al diseño de la marmolería Luisi y Ferracutti, italianos de Nicaragua, que cobraron 2,500 pesos.
Representando a la Patria entristecida, está sentada al pié una dama tocada con el gorro frigio, en una escultura de mármol blanco, y al joven Montoya Acevedo, llamado «El Niño Héroe de Nicaragua», fundido en bronce, con su sombrero de palma, sus caites, su salveque de municiones, su chamarra enrrollada en la cintura, su cantimplora y su fusil Mauser (alemán), señalando con su brazo derecho la posición del enemigo en el momento trascendente en que murió.
Derrocado Zelaya, los conservadores aprobaron una ley el 7 de febrero de 1912 que prohibió a los monumentos liberales, entre ellos, el de Montoya que fue llevado a una caballeriza que había en el viejo Palacio Nacional. El Presidente Adolfo Díaz, regaló la estatua al Obispo de Granada Canuto Reyes que quería fundirla para hacer campanas, pero José Cuadra de Granada compró la estatua por U$250 para adornar su jardín. En 1945 el gobierno de Somoza García construyó la Avenida del Ejército, compró la estatua a José Cuadra y la mandó a colocar donde ahora está. al inicio de la Avenida del Ejército (no de la Guardia Nacional, sino al de 1907) y no fue devuelta al parque central, porque Somoza mandó a cortar el parque para construir la Plaza de la República en 1946, obra que realizó el Ministro del Distrito Nacional, Gral. Andrés Murillo.