Sergio López Galeano, gloria del boxeo Nica.
«En un arranque de ira descubrí que yo tenía talento para el boxeo. Miguel Angel Rivas, Kid Pambelé, que fue testigo de mi iracundia, se sorprendió porque le gané la pelea a Efraím Galeano, el mejor noqueador de su escuadra, que además es mi hermano». Sergio López Galeano.
Sergio Euclides López Galeano nació en Managua el 8 de Enero de 1940, hijo de don Ernesto López Miranda y doña Virginia Galeano. A los 14 años Sergio Galeano solo pensaba en travesuras en las calles del famoso barrio Cristo del Rosario. En sus días de asueto exploraba a lo largo de la línea férrea, entre los rieles del tren o en la playa del lago Xolotlán.
Para entonces su hermano Efraín López Galeano ya estaba en el gimnasio del Estadio Nacional, dando sus primeros golpes, con una fama de tromponero que abrumaba a sus contrincantes. Pero para al adolescente Sergio, no le interesaba el boxeo.
En 1954, en una de esas tardes soleadas de la vieja Managua, una chavala atractiva despertó el interés de Sergio, quien no dudo en expresarlo y un saludo se convirtió en una amistad encaminada a un enamoramiento.
La guapa joven se llamaba Auxiliadora, un día de tantos llegó a la escuela de boxeo de Kid Pambelé donde su hermano aprendía y se encontró con Sergio que estaba matando tiempo. Este encuentro fue el que despertó el enojo de Efraín, quien gritó: –«¡Que te pasa con mi novia!». Sergio, sin medir las consecuencias, también le gritó a su hermano.
Los boxeadores que estaban entrenando, al escuchar la fuerte discusión, se trasladaron hacia las afueras del gimnasio. No se iban a perder la pelea del altanero Sergio con su hermano, el mejor boxeador de la escuadra. De inmediato los dos jóvenes comenzaron a ofenderse y, sin mediar palabras comenzaron a cruzar golpes. Sergio peleaba con poco estilo, pero con fortaleza y coraje. Al final, el chavalo sin experiencia le propinó una tremenda tunda al supuesto noqueador del gimnasio.
Miguel Ángel Rivas «Kid Pambelé», entrenador de la escuela de boxeo, al observar los golpes en el rostro de Efraín, su mejor pupilo, le preguntó al triunfador de la pelea:
–«¿Quien sos vos chavaló?»
–«Yo soy Sergio López Galeano hermano del que ha cabo de derrotar».
Pambelé, sorprendido, le dijo al jovencito: –«Ve Sergio, tenés talento, pero yo te voy a enseñar a boxear».
Al principio Sergio no le gustó que Pambelé solamente le mandaba a caminar cargando baldes de agua, pero le explicó que esa práctica de los baldes de agua le fortalecería los brazos. Sergio se sometió al entrenamiento.
En 1956 Sergio comenzó a participar en eventos centroamericanos y nacionales de boxeo amateur. Estuvo en las eliminatorias nacionales para seleccionar al equipo que representaría a Nicaragua en el Torneo Guantes de Oro en New Orleans, que lamentablemente fue cancelado.
Conoció al promotor Emiliano Murillo, con quien firmó contrato para boxeo profesional.
Sergio López Galeano narró así su primera experiencia profesional: «Mi primer pelea profesional fue en Septiembre de 1957 contra José «La Sombra» Meléndez, un buen boxeador, con dos victorias por knock out. La pelea se realizó en el Estadio Nacional con un lleno total. Melendez y yo llevamos la semiestelar. Kid Centella y Johnatan Chita hicieron la pelea estelar. La adrenalina me cruzaba de punta a punta. Mi hermano Ramiro López Galeano apostó cien córdobas a mi favor. Desde el inicio cruzamos metralla. En la primera mitad del primer round pasé golpes, estaba bailando en el ring: no me tocaba. Era fino mi estilo, pero no se cómo ocurrió y me conecto un cruzado de derecha en la barbilla y me noqueó en el primer asalto… A la gente le gusto como me estuve moviéndome en el cuadrilátero; pero así es este deporte de la nada salió ese golpe. Mi promotor me felicitó y me anunció que en veinte días sería la revancha».
Sergio estuvo ansioso por la revancha y se motivó para presentarse mejor en la revancha. Esta vez nadie aposto a su favor. La pelea estaba pactada a diez round. Comenzó una llovizna incesante, pero los fanáticos no se movieron de su lugar y hasta utilizaron sus sillas como paraguas. Se quitaron los botines por la gran cantidad de agua que había en el ring.
Así recordó Sergio la pelea de revancha: «La Sombra comenzó agresivo, pero yo lo tenía loco con mi jab, saliendo, contra golpeando. La lluvia llegó fuerte a la altura del séptimo round; cuando en eso le conecté un derechazo en la frente que hasta desbarate el guante… lo saque del ring. Le hicieron conteo de protección. Detuvieron la pelea, al final, no hubo decisión: me la robaron. Es hasta la fecha y no sé por qué no me dieron la victoria por decisión. En ese momento sólo pensaba en cobrar mi dinero y buscar como bajarme la inflamación de la mano, esa “Sombra” tenía la cabeza de piedra: creo que del golpe nunca le volvió a salir pelo».
Sergio López Galeano peleó en varios países contra calificados boxeadores. Se enfrentó a Julio Guacaharo, noveno del mundo. A Don Aquino Rosales, octavo de los plumas…
«Pero no alcancé el sueño de un título porque en ese tiempo era un colador y no era cualquiera el que estaba ranqueado en un organismo. Al final trabajé como árbitro e impartí justicia en una pelea de Alexis Argüello contra un extranjero en sus inicios. El 25 de Julio de 1965 en la ciudad de Masaya fue mi última pelea, frente al Gran Chema, de Granada. Le propiné un nocaut, en el primer asalto, y lo recuerdo como que fue ayer, porque ese día había nacido mi primer hijo Sergio Rubinton Lopez Morales. Después me retiré».
Después de decirle adiós al boxeo, Sergio López Galeano se dedicó a trabajar con su propio taxi en Managua. Contrajo matrimonio con María de los Ángeles Morales y procrearon cinco hijos, todos varones: Sergio Rubinton, Héctor Rodrigo, Constructor en Miami; Edwin Eduardo, Profesor en Computación; Javier Euclides y Andrés José, estos dos últimos son los propietarios de una empresa editorial en Miami.
El 8 de Enero de 2009 sufrió la pérdida de su esposa María de los Ángeles. La viudez le afectó mucho. Falleció en Managua, en la paz de su casa propia, Colonia 14 de Septiembre J-744, el 18 de Febrero de 2013
Excelente reportaje, lastima que ya mi viejo no pudo verlo