Ortega calla, pero su jauría ataca con rabia a los Obispos
DIALOGANDO CON UN DIABLO SORDO
Ortega no ha dicho ni una palabra sobre el diálogo sosenido con los Obispos de la Conferencia Episcopal el 21 de Mayo en la Nunciatura. Ortega no pronuncia ni una sola idea, pero ha ordenado a sus empleados plumíferos que se conviertan en una atacante jauría contra los Obispos. Dos de ellos son Félix Navarrete, a sueldo del Consejo Electoral, y el otro es Félix Sánchez a sueldo de la página web El 19 Digital, de Rosario Murillo. Obviamente ambos señores esperan obtener beneficios de su lealtad a la pareja gobernante.
A Mons. René Sándigo, Presidente de la Conferencia Episcopal, le cuestionaron acusándole si era «¿cura de almas o de partidos?» Del documento, hecho público por los Obispos, dijeron que los obispos «no iluminan cuando hablan de fraudes electorales y demandan una reforma política de todo el sistema para que el presidente garantice un proceso electoral presidencial absolutamente transparente y honesto».
La reacción visceral e iracunda de Ortega se debió a que los Obispos publicaron un extenso documento con todos los puntos planteados en el diálogo, que Ortega no esperaba fuesen conocidos por el pueblo nicaragüense.
De esa iracundia orteguista surgió la órden a sus asalariados para atacar a los Obispos en los medios que son propiedad de Ortega, que son la mayoría en Nicaragua de prensa, radio y televisión, pero no cuentan con la audiencia de la mayoría de la población.
El prestigioso filósofo y jurisconsulto, Dr. Alejandro Serrano Caldera, ex Rector de la Universidad Nacional, salió al paso de los voceros de Ortega escribiendo que «…los puntos abordados por los obispos en el documento que publicaron, solamente representan el sentir de la sociedad nicaragüense».
Los atacantes enviados por Ortega se ensañaron especialmente en Mons. Abelardo Mata Guevara, a quien tildaron de «abanderado de la unidad liberal y un operador partidario consuetudinario».
Los más destacados analistas de Nicaragua coinciden en afirmar que los artículos firmados por Navarrete y Sánchez, «tienen todo el estilo, la retórica y el pensamiento, muy parecidos a los escritos de Rosario Murillo», lo cual coloca a los voceros a nivel de obligados testaferros.
El Obispo de León, Mons. Bosco Vivas fue enfático en aclarar que la Conferencia Episcopal no es intérprete de los sectores de la oposición, sino del pueblo nicaragüense, incluyendo a los sectores del mismo régimen gubernamental que no tienen medios para manifestar sus pensamientos y necesidades. Mons. Vivas insistió en que la función de la Iglesia Católica es transmitir las inquietudes que existen en el pueblo nicaragüense al gobierno de turno. «Lo ideal sería que el ejercicio político lo hiciera con una oposición responsable», concluyó Mons. Vivas.
Por su parte el Dr. Edmundo Jarquín, expresó en su blog: «Los nicaragüenses corremos un serio riesgo de juicio al analizar el documento que la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) presentó al gobierno: hemos hablado del “planteamiento de los Obispos a Ortega”, y en efecto Ortega es el principal destinatario, pero una lectura cuidadosa del mismo revela que los demandados, y sería mejor decir los convocados, somos todos los nicaragüenses. Desde luego que el gobierno tiene una mayor capacidad para incidir o no en la solución de los problemas planteados en el documento de los Obispos, pero lo cierto es que la solución depende de todos. Ortega propugna la exclusión, pero esa exclusión incuba conflictos violentos, y en esos conflictos todos perdemos, como advierten los Obispos en el documento que hicieron público».
Mons. Abelardo Mata Guevara, Obispo de Estelí y miembro de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), fue contundente y folklórico al comentar los ataques de los testaferros de Ortega, diciendo: «Si están brincando es porque se sienten chimados y porque se han tocado puntos claves de la vida nacional. Macho que respinga, chimadura tiene. Esos que firman son una camarilla de adláteres que no tienen personalidad y sólo acompañan a su jefe y maestro».
Ninguno de los Obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua espera que Ortega pronuncie una respuesta oficial y seria. Al parecer, como dijo un analista: «Los Obispos dialogaron con un diablo sordo».