
ED-586-Febrero 2025.- Esta historia es un resumen del capítulo tomado del Tomo Uno de La Historia de la Guardia Nacional de Nicaragua, del autor Nicolás López Maltez.
El 26 de Enero de 1933 los cuatro delegados políticos del Gral. Sandino con don Sofonías Salvatierra y don Gregorio Sandino, y consideraron necesario un acercamiento a dialogar directamente con el Gral. Sandino. El Presidente Sacasa les autorizó a realizar un viaje de la comisión para reunirse con Sandino.

Las fuertes críticas de los sectores económicos, sociales y militares más poderosos de Nicaragua, se incrementaron porque estaban opuestos radicalmente a la paz con Sandino, pero no intimidaron a Sacasa que continuó con su determinación de hacer la paz con el Gral. Sandino.
El 1ro. de Febrero de 1933 llegaron al Cuartel General de Sandino y cuando los delegados estaban conversando con el Gral. Sandino, súbitamente el jefe rebelde les manifestó su decisión de conversar directamente con el Presidente Sacasa y en consecuencia les anunció que estaba listo para viajar a Managua. Inmediatamente Salvatierra le reportó a Sacasa la inminente llegada de Sandino «en los primeros cinco próximos días, sin más dilaciones».
Sandino les informó que viajaría en avión, pero exigió que no debían estar presentes Guardias Nacionales en el aeropuerto Xolotlán cuando él llegara. El mismo 1ro. de Febrero el Presidente Sacasa respondió que autorizaba el viaje del Gral. Sandino a Managua y que le recibiría en Casa Presidencial. Sandino había preparado este viaje mucho antes de informarlo a la comisión y al Presidente Sacasa, pues el general mexicano Gral. Roberto Fierro Villalobos, dueño del avión Tomochic, con la autorización del gobierno de México le había facilitado y enviado a Sandino el avión Tomochic, que se convirtió en una aeronave famosa e histórica, y también al piloto Julio Zincer, y al copiloto nicaragüense Rafael Espinosa Altamirano, avión y pilotos que había gestionado el Dr. Pedro José Zepeda ante el Gral. Abelardo L. Rodríguez Luján, Presidente Interino de México. Al Gral. Sandino no se le había ocurrido pedir prestado un avión para él, y aunque se le atribuyó la obtención del aparato al Dr. Pedro José Zepeda, todo fue un plan para fomentar el ego de Sandino, pues ni el mismo Presidente Sacasa contaba con un avión.

Cuando Sandino avisó que había decidido viajar a Managua a dialogar con el Presidente Sacasa, ya el piloto Julio Zincer había aterrizado el avión Tomochic en el llano de Apanás, Jinotega (donde en 1964 se hizo el lago artificial). Sandino quiso llegar espectacularmente en avión y no en mula. Especulativamente podemos sospechar que llevarle un avión mexicano a Sandino para su uso en las negociaciones de la paz, tiene la típica figura de una operación colateral de los servicios de inteligencia norteamericanos, precursores de la Agencia Central de Inteligencia, CIA. PRIMER VIAJE DE SANDINO A MANAGUA.
El 2 de Febrero de 1933, el Gral. Sandino abordó el avión Tomochic. Alzó vuelo del aeródromo Llano Grande en Apanás, construido por los marines a dos leguas de la ciudad de Jinotega. Sandino viajó acompañado por el Dr. Pedro José Zepeda y el Gral. Horacio Portocarrero. Aterrizó en el aeropuerto Zacarías Guerra o Xolotlán, de Managua.

En la pista no había patrullas de la Guardia Nacional, pero estaba un solitario raso G.N. curioseando la llegada de Sandino. Se presentó un Tnte. G.N. Cousín con una patrulla de Guardias Nacionales para darle custodia de seguridad a Sandino. El Tnte. Cousín saludó con un abrazo al general y de entusiasmo gritó: «¡Viva el General Sandino!».
La gente que estaba presente y otras que estaban llegando, contestaron el viva, pero Sandino solamente se apresuró a decir: «Vámonos a la Casa Presidencial…» y salió en un automóvil encabezando una caravana de autos. Como a doscientos metros, frente al cerro de Chico Pelón, en cuya cima estaba la Legación Americana (Embajada), la caravana de Sandino se encontró con el carro del Gral. Somoza. Ambos se bajaron y Somoza le saludó militarmente.

Sandino le respondió diciendo: «No general, nada de saludos, démonos un abrazo, todos somos hermanos y yo traigo la paz…» Sandino se subió al carro de Somoza, que éste manejaba personalmente y llevó en su automóvil a Sandino hasta la Casa Presidencial, donde le esperaba con otro abrazo el Presidente Sacasa.
La desconfianza de Sandino comenzó fatalmente a desaparecer, y de Somoza era del que menos desconfiaba, puesto que era el nuevo Jefe Director de la Guardia Nacional que nunca le había combatido y Sandino sabía que por su condición de civil y nuevo general «de dedo», sabía que Somoza era rechazado por la oficialidad de la Guardia Nacional que habían soportado la guerra; también sabía que Somoza estaba con uniforme de general de la Guardia con estrellas, kepis, cordones, charreteras y todo lo demás, como quien viste un disfraz; pero Somoza estaba cumpliendo con su papel, que incluía ganarse la confianza del general rebelde, e incluso aparentar ingenuidad y hasta sumisión a Sandino.
En el trayecto del aeropuerto y la casa presidencial, la gente de Managua se asomaba en las calles al paso de la caravana, unos por admiración a Sandino y otros por curiosidad. Al llegar a la Casa Presidencial el Presidente Sacasa y sus delegados esperaban al Gral. Sandino. Abrazos, saludos y comenzaron a dialogar sobre la reconciliación y la paz. Terminadas las conversaciones y acuerdos, el fotógrafo presidencial, Francisco Molina Alemán, hizo las fotos que hoy son historia.

Tomó la foto principal es la famosa del abrazo de Somoza con Sandino, que le solicitó Somoza a Sandino y luego las intercambiaron con dedicatorias autografiadas. Aunque Somoza estaba presente en Casa Presidencial, no tuvo ninguna participación en las pláticas de paz ni en los acuerdos tomados, pues la Guardia Nacional fue excluida de esas conferencias y convenios de paz, además la Guardia Nacional no estaba de acuerdo con la concertación de la paz, pues el interés de los oficiales y soldados era continuar la guerra hasta derrotar y aniquilar a Sandino y su ejército, de modo que Somoza, siendo nuevo en la Guardia, como Jefe Director personificaba a la institución armada y por ello fue ignorado en los diálogos y decisiones.
Además el Presidente Sacasa insistía siempre que él era el Comandante General de las Fuerzas Armadas de Nicaragua, por tanto era el supremo jefe de Somoza y de la Guardia. El mismo 2 de Febrero, Sacasa y Sandino firmaron un documento de intención para la paz que llamaron Concierto Armónioso, donde establecieron las bases para lograr la paz: Decreto de amnistía amplia, tanto para los combatientes del EDSNN como para la Guardia Nacional, el establecimiento de una Fuerza Armada de Emergencia integrada con guerrilleros rebeldes, bajo el mando del Presidente Sacasa y la creación de una Comisión Pacificadora que constataría los avances del final de la guerra y, sobre todo, el desarme del EDSNN en el plazo de un año.
En las cláusulas del Convenio Armonioso se especificó: «Salvador Calderón Ramírez, Pedro José Zepeda, Horacio Portocarrero y Escolástico Lara, representantes del general Augusto César Sandino, y David Stadthagen, representante del Partido Conservador, Crisanto Sacasa, representante del Partido Liberal Nacionalista, convencidos plenamente de la suprema necesidad de la paz de la República, han convenido en el concierto armonioso…» […] «El general Sandino y sus representantes declaran que en la cruzada que han estado empeñados él y su ejército ha propendido a la libertad de la Patria; y desean consignar su absoluto desinterés personal y su irrevocable resolución de no exigir ni aceptar nada que pudiera menoscabar los móviles y motivos de su conducta pública… asentar como principio o base inamovible que ningún lucro o ventaja material aspira a conseguir […] El general Sandino, sus delegados y los representantes de ambos partidos, declaran: que en virtud de la desocupación del territorio patrio por las fuerzas extrañas, se abre una era de renovación fundamental en nuestra existencia pública […] El general Sandino, sus delegados y los representantes de los partidos Conservador y Liberal Nacionalista reconocen la conveniencia de cimentar prácticamente la paz en el territorio de la República, mediante la dedicación fructífera al trabajo de los hombres que militan al mando del general Augusto César Sandino y asimismo mediante el abandono gradual de sus armas […] El Ejecutivo presentará al Congreso Nacional la iniciativa de amnistía amplia por delitos políticos y comunes conexos cometidos en el período del 4 de Mayo de 1927 hasta la fecha de hoy, de la cual gozarán todos los miembros del ejército del general Sandino que dentro de los quince días de la promulgación de tal decreto depusieran las armas, incluyendo en la amnistía a cien personas del mencionado ejército, que podrán conservar sus armas temporalmente para resguardo de la zona en que tendrán derecho a fincarse y laborar todos los que hubieren pertenecido a dicho ejército…» Debe enfatizarse que en ningún momento de las pláticas de paz el Presidente Sacasa le mencionó a Sandino, ni a nadie, de las conversaciones que tuvo con el Cnel. Stimson en Washington para buscar la paz con Sandino, que fueron el origen del proyecto que Sacasa debía poner en práctica al llegar a ocupar la Presidencia de Nicaragua y lo estaba cumpliendo e implementando. Sandino por su parte puso mucho énfasis en que la paz y la reorganización de Nicaragua, tenía que hacerse independientemente de los intereses e intromisión o participación de los Estados Unidos.
Al día siguiente, 3 de Febrero de 1933, el Gral. Sandino regresó a Jinotega siempre a bordo de su avión Tomochic y después en mula hasta su cuartel general en la Quinta Guadalupe en las montañas del Norte de Jinotega. El 4 de Febrero el Presidente Sacasa emitió el Decreto 287 creando la Delegación Pacificadora para supervisar el desarme del EDSNN y nombrando a sus miembros: Presidente, Sofonías Salvatierra, ahora ostentando el cargo de Ministro de Agricultura y Trabajo; y los Miembros, Gral. Julián Irías, Coronel G.N. J. Rigoberto Reyes, don Carlos Téller, Ing. Fernando Larios, don Julián Ruíz y don Gustavo Argüello Cervantes.
El Presidente Sacasa y el Gral. Somoza, enviaron circulares a todos los oficiales y cuarteles de la Guardia Nacional, para suspender operaciones e incursiones militares contra los soldados de Sandino, órdenes de alto al fuego que los Guardias no escuchaban ni querían escuchar.
A pesar de eso, Sandino comenzó desarmar a sus soldados y las armas las almacenaba en su casa en San Rafaél del Norte en San Rafaél del Norte. La Delegación Pacificadora se presentó en San Rafaél del Norte a verificar el desarme de Sandino. La primera entrega de las armas se hizo el 22 de Febrero de 1933.
Como era de esperarse, el Gral. Sandino hizo una entrega simbólica del mínimo de sus armas: 14 rifles Springfields, 55 rifles Concón, 199 rifles Krag, 23 rifles Winchester, 8 rifles Mauser, 28 rifles infume, 8 rifles Remington, 6 escopetas de taquear, un rifle Remington calibre .22, dos rifles Mauser sin culata, 2 rifles Krag sin culata, un rifle Springfield sin culata, 10 subametralladoras Thompson, 9 ametralladoras Browning, 2 ametralladoras Lewis y 3,129 municiones para las armas anteriores.
Conforme al Convenio de Paz se organizó un Cuerpo de Emergencia de cien hombres del general Sandino y para armarlos se tomaron de las armas entregadas, las siguientes: 8 ametralladoras Thompson, 8 rifles automáticos Browning, 2 ametralladoras Lewis, 11 rifles Springfields, 71 rifles Krag y los 3,129 tiros… Era evidente que el Gral. Sandino no había entregado ni un centésimo de su armamento y casi la totalidad de lo que estaba entregando lo volvió a recuperar para su Cuerpo de Emergencia de cien soldados y para su Guardia Personal.
En materia militar, el Gral. Sandino no era un ingénuo, aunque no podemos asegurar lo mismo de su evidente ingenuidad política. El 16 de Febrero el Presidente Sacasa decretó amnistía amplia y total para todos los combatientes y miembros del Ejército de Sandino y de la Guardia Nacional que hubiesen cometido delitos políticos o comunes conexos.
La amnistía incluyó a los detenidos en las cárceles, a todos los colaboradores del EDSNN, se encontrasen estos en Nicaragua o en el exilio. La amnistía se hizo efectiva desde el 4 de Mayo de 1927 al 16 de Febrero de 1933. Al ser informado Sandino de este decreto presidencial, expresó su satisfacción y confianza en que el Presidente Sacasa siempre cumpliría sus compromisos con seriedad. Pero los oficiales y soldados de la Guardia Nacional, no solamente no obedecían al Presidente Sacasa ni al nuevo Jefe Director Gral. Somoza, sino que los despreciaban a ambos.
Entrenados como estaban para la guerra, los oficiales decían: «Sacasa y Somoza mandan en Managua, aquí manda la Guardia Nacional». Y continuaban las provocaciones y ataques a las columnas del EDSNN. Sandino y sus columnas conocían la actitud de la Guardia Nacional y el peligro que constituía para su seguridad y sus vidas si entregaban todas las armas. Se había establecido la paz en los acuerdos escritos, pero esa paz debía salir de los papeles y hacerla real.
Por el contrario había una situación tensa en la realidad. Dos ejércitos fuertemente armados se encontraban frente a frente, presuntamente neutralizados por teóricos convenios políticos. Mientras tanto, Sandino estableció su Cooperativa Agrícola en Wiwilí resguardada por 100 soldados armados con autorización del gobierno de Sacasa, pero en la realidad, en la Cooperativa y sus alrededores había cerca de 600 experimentados combatientes guerrilleros, todos bien armados y con el sistema de espionaje e inteligencia que durante los años de guerra había actuado con eficiencia. El Gral. Sandino en persona pedía municiones al Presidente Sacasa «para ser usadas en cacería», y el mandatario se las entregaba.
En la realidad, el Presidente confiaba que mantener armado y fuerte a Sandino hacía un balance que le restaba poder a la Guardia Nacional, y eso estabilizaba a su presidencia. El Gral. Somoza, que intentaba disimular su molestia de haber sido ignorado en los convenios de paz, le protestó al Presidente Sacasa la entrega de municiones a Sandino, argumentando que correspondía a la Guardia Nacional el control de todas las armas y municiones de la República. «No son para cacería esas municiones, y si usted sigue armando a Sandino, los cazados van a ser los Guardias».
Somoza llegó hasta hacer sus reclamos con cierta altanería y voces al Presidente, pero Sacasa fue siempre sordo a estas protestas, haciendo evidente la antipatía que el Presidente sentía contra Somoza, aunque fuese su sobrino político, pues Salvadora de Somoza, era hija de su hermana Casimira Sacasa de Debayle.
Debe recordarse que Somoza le era antipático y rechazado por casi toda la familia de sus suegros DebayleSacasa, que constituían la alta alcurnia de la ciudad de León, con eje en doña Casimira Sacasa Sacasa, hermana, suegra y abuela de presidentes, pero con más fama de fortuna que de fortuna real. SEGUNDO VIAJE DE SANDINO A MANAGUA.
El Sábado 20 de Mayo de 1933 el Gral. Sandino visitó por segunda vez Managua, para reunirse con el Presidente Sacasa a discutir problemas que se estaban presentando con la Guardia Nacional, específicamente el establecimiento de una emisora de radio G.N. en la población de Santa Cruz, lo que Sandino consideraba una violación a los acuerdos con el Presidente y una amenaza contra su gente.
Sandino en Managua sostuvo reuniones con diversas fuerzas populares con el propósito de comenzar a darle forma a la creación de su partido político que denominaría Partido Autonomista, para competir políticamente con liberales y conservadores. Al llegar por segunda vez a Managua, Sandino se hospedó en la casa de don Sofonías Salvatierra, ubicada en la calle 15 de Septiembre, frente a la iglesia El Calvario, donde le mandó a buscar el Presidente Sacasa para aconsejarle que no era conveniente a su prestigio fundar un partido político.
Sandino le escuchó con cortesía, pero le manifestó al Presidente que su decisión era irreversible. En Niquinohomo se organizó un grupo de simpatizantes del Gral. Sandino para ofrecerle un homenaje. Los delegados subieron a bordo del ferrocarril, luciendo en el cuello pañuelos rojinegros y algunos armados con revólveres.
El comandante de la Guardia de Niquinohomo comunicó al Cptn. G.N. Parodi, Jefe de Policía de Managua del grupo de manifestantes llegarían a invitar al Gral. Sandino, advirtiéndole que algunos portaban armas. En sus Memorias de un soldado, el Cnel. Francisco Boza Gutiérrez, G.N. da testimonio de que cuando era Teniente G.N. de servicio en la Policía de Managua, recibió órdenes del Cptn. Parodi de comandar a una escuadra de Guardias y fuese a la estación del ferrocarril a esperar a la delegación de Niquinohomo y ordenarles que se quitaran los pañuelos rojinegros y que decomisara las armas que no tuviesen soporte de portación legal.
La lideresa liberal de Niquinohomo, María Cristina Zapata, encabezaba al grupo de manifestantes y entendió las razones del entonces Tnte. Boza Gutiérrez, G.N., se quitaron los pañuelos y todos mostraron sus portaciones legales de las armas.
En este segundo viaje Sandino no logró visitar su natal Niquinohomo, y por ello, a pesar del homenaje que le llegaron a ofrecer no pudo realizarse tal homenaje en su pueblo natal y regresó a su Cooperativa de Wiwilí. El interés del Gral. Sandino por organizar su propio partido político se motivó en que la causa de su lucha guerrillera por la soberanía de Nicaragua había menguado hasta casi desaparecer, debido a que ya no había presencia de tropas invasoras norteamericanas en Nicaragua.
Y los medios de comunicación de América Latina y del mundo ya no tenían motivos para publicar noticias sobre Sandino y no aceptaban ni justificaban la continuación de su lucha. Y esa era precisamente la estrategia del Cnel. Henry Stimson al retirar a los marines de Nicaragua: quitarle a Sandino la bandera de su lucha por la soberanía y promover y facilitar los viajes de Sandino a Managua para eliminarlo.
En efecto, al no existir tropas extranjeras en Nicaragua, Sandino se vio obligado a combatir más bien a defenderse de las acciones ofensivas de la Guardia Nacional, y esta lucha ya no fue por soberanía sino que se convirtió en una guerra civil. La propaganda política de los comunistas antinorteamericanos por definición ha propalado que «Sandino expulsó a los marines norteamericanos y triunfó en la guerra», esta es una premisa totalmente falsa y absurda.
Si el Gral. Sandino y su ejército hubiesen triunfado en la guerra contra los marines y contra la Guardia Nacional, sus columnas rebeldes hubiesen entrado victoriosas a Managua y Sandino hubiese sido indiscutiblemente el Jefe del Estado de Nicaragua. Pero eso no ocurrió, sino todo lo contrario: la Guardia Nacional no permitió ninguna victoria militar a Sandino, sino que lo mantuvo acorralado en las montañas hasta que Sandino fue asesinado. TERCER VIAJE DE SANDINO A MANAGUA. El 20 de Noviembre de 1933 Sandino realizó su tercer viaje a la capital.
El general rebelde discutió los problemas que continuaban en la Zona Norte entre sus soldados y la Guardia Nacional, produciéndose enfrentamientos armados con víctimas letales. En esta oportunidad sostuvo conferencias con el Gral. Somoza y ambos comparecieron ante los periodistas expresando posiciones conciliadoras y el interés de construir una paz duradera.
Evidentemente Somoza estuvo fingiendo en un papel como un actor teatral. Antes de su tercer viaje a Managua, el Gral. Sandino, había publicado en la revista La Balanza de Buenos Aires, Argentina, el 15 de agosto de 1933, un artículo que tituló «Nicaragua tímida», con fuertes expresiones contra la legitimidad y las acciones de la Guardia Nacional de Nicaragua. En algunas partes del artículo dijo: «…desde el momento en que hemos dicho: «Hermanos somos».
Nunca se me ocultó que, ya desarmada nuestra gente, muchos de mis hermanos de lucha tendrían que ser asesinados por la Guardia Nacional que por ser inconstitucional es irresponsable. Así ha sucedido y hoy reposan cadáveres de muchos de mis mártires jefes, quienes patrióticamente depusieron sus armas por la paz […] la malamente llamada Guardia Nacional de Nicaragua, es inconstitucional y por lo mismo está fuera de la ley […] como a la Guardia Nacional no la ampara ninguna ley de la República, tiene que apoyar al Presidente Sacasa, antes de pasar a ser una ficha jugable en el ajedrez de las conveniencias del Departamento de Estado de Norteamérica, por el dedo del ministro norteamericano en Nicaragua […] nuestro actual Presidente (Sacasa) tiene la obligación de armar a la población civil de la república y ordenar a cualquier renegado la entrega de las armas … No hay duda que este tipo de publicaciones eran escritas o inspiradas por los asesores políticos del Gral. Sandino. Eran argumentos justos y correctos, pero políticamente riesgosos, pues enfurecían a la Guardia Nacional y le daban perfecto pretexto para atentar contra Sandino, que se colocaba en una posición muy vulnerable, aunque sus declaraciones expresaran la verdad.
Por otra parte, estas declaraciones ponían en aprieto al Presidente Sacasa quien todavía era más vulnerable. Era cierto y exacto que la reorganización de la Guardia efectuada de facto por la Infantería de Marina de EE.UU. durante la guerra, puso a la Guardia Nacional fuera de la ley creadora de 1925. Sin embargo, esta tensión entre Sandino y la Guardia Nacional, creó una polarización de fuerzas que acrecentó el ánimo de venganza y aniquilación que mutuamente se percibían como enemigos a muerte, situación que resultó muy conveniente para los planes de los norteamericanos. Muy confiado en sus viajes a Managua, Sandino no tuvo la perspicacia ni el instinto de comprender que se estaba metiendo en las fauces del tigre. En su excesiva confianza se trasladó a su natal Niquinohomo para asistir a la boda de su hija primogénita María Natalia Sánchez Sandino que se casó con Aristides Pavón en la parroquia de Santa Ana el 22 de Noviembre de 1933, o sea dos días después de llegar a Managua. Sandino reconoció a esta hija, fruto de sus amores juveniles con Mercedes Sánchez, su primera ilusión matrimonial que no pudo realizar por el asunto del balazo al conservador Dagoberto Rivas y tener que huir. En sus confiadas visitas a Managua el Gral. Augusto C. Sandino estaba cayendo en la trampa urdida en su contra, en la que el Gral. Somoza hizo el papel de «Caballo de Troya» de los intereses e intenciones norteamericanos. Desde el primer viaje de Sandino a Managua en Febrero de 1932, Somoza se había mostrado muy atento, complaciente, incluso tímido y hasta sumiso, tanto con Sacasa como con Sandino. Para nadie era un secreto que Somoza hasta hacía dos meses era un funcionario civil del gobierno del presidente saliente, Gral. José María Moncada. El propio Sandino había sido testigo de los problemas de autoridad de Somoza con la Guardia Nacional, pues los oficiales y soldados de la Guardia, que habían combatido junto con los marines contra Sandino, no demostraban ningún respeto a Somoza, a quien consideraban un civil advenedizo disfrazado con uniforme militar y un regalado rango de general sin haber peleado en la montaña junto con ellos ni un sólo minuto y que como funcionario burócrata, se las pasaba en tertulias y bailes en el Campo de Marte «como un bufón para los marines», le endilgaron. Pero Somoza había sido impuesto por los jefes militares norteamericanos en el cargo de Jefe Director de la Guardia Nacional y confirmado por su primo, el presidente saliente Moncada, y por su tío político, el presidente entrante Sacasa. El poder norteamericano había estructurado una misión para Somoza, pero a los Guardias les era difícil digerir que su nombramiento de máximo jefe de la Guardia fue una imposición política que ejecutó el Embajador Matthew E. Hanna, cumpliendo instrucciones del Cnel. Henry Stimson. Los resultados del misterio de este juego político estaban cercanos a revelarse. En Noviembre de 1932, hacía once meses que las tropas de ocupación norteamericanas habían salido de Nicaragua y en la olvidadiza memoria colectiva de los nicaragüenses, esa ocupación ya era una lejana cosa del pasado. En Nicaragua ya nadie asociaba al gobierno de EE.UU. con los hechos que estaban ocurriendo en el país. El 31 de Julio de 1933 hubo cambio de Embajador de EE.UU. en Nicaragua. Fue nombrado Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Estados Unidos en Nicaragua el diplomático Arthur Bliss Lane que llegó a Managua 28 de Noviembre de 1933. El 7 de Diciembre de 1933 Bliss Lane presentó sus credenciales al Presidente Juan Bautista Sacasa. El nuevo Embajador, Arthur Bliss Lane tenía 39 años al llegar a Nicaragua. Antes de su nombramiento en Nicaragua había ocupado cargos diplomáticos en Italia, Inglaterra, Francia, Suiza y México. Bliss Lane tuvo la misión de dirigir un acto trascendental en la historia de Nicaragua. Mientras tanto Sandino no podía comprender, ni aceptar, que habiendo sostenido una guerra durante más de cinco años contra tropas extranjeras que invadían a Nicaragua, defendiendo la soberanía de su patria, que nadie le entendiera, mucho menos reconociera su lucha… CONTINUARÁ EN LA PRÓXIMA EDICION DE LA ESTRELLA DE NICARAGUA…