Migrar para muchos es un proceso natural, para otros una odisea a lo desconocido. Es enfrentar una serie de obstáculos e incertidumbres, de logros y fracasos. Es dura la vida para el inmigrante. Ahora también lo es la muerte. Para los nicaragüenses más. El proceso de repatriación de los fallecidos en el extranjero, especialmente en Estados Unidos, se ha vuelto un reto desalentador para las familias, agravado por el cierre de consulados nicaragüenses y los altos costos que conlleva traer de vuelta los restos de un ser querido.
Para muchas familias, este proceso es largo, costoso y lleno de obstáculos administrativos y burocráticos, lo que convierte la muerte de un extranjero en un verdadero calvario. La falta de apoyo por parte del régimen nicaragüense es un factor determinante en la difícil situación que enfrentan las familias de migrantes fallecidos. En enero de 2023, el gobierno de Daniel Ortega decidió cerrar la mayoría de sus consulados en Estados Unidos y México, sin ofrecer una explicación clara. Esto dejó a miles en el extranjero sin acceso a los servicios consulares que tradicionalmente facilitaban la gestión de trámites, como la repatriación de cuerpos.
La Ley Consular de Nicaragua establece que los consulados tienen el deber de proteger a sus ciudadanos en el extranjero y facilitar trámites relacionados con su bienestar. Sin embargo, las denuncias de organizaciones y de las familias afectadas revelan que el gobierno incumple este deber, lo que ha agravado la situación de las familias que intentan repatriar a sus fallecidos.
El cierre de consulados no es el único problema. Incluso en los casos en los que las familias logran contactar a las pocas oficinas consulares restantes, la respuesta suele ser lenta o inexistente. Cuando una persona fallece en el extranjero, la funeraria debe contactar a la embajada para registrar el acta de defunción, un paso fundamental para proceder con la repatriación. Sin embargo, en el caso de Nicaragua, esto no está sucediendo.
Algunas funerarias han optado por enviar los cuerpos directamente a Nicaragua, sin completar los trámites formales debido a la falta de respuesta de las autoridades consulares. Esto crea un vacío legal y administrativo que puede retrasar aún más el proceso de repatriación o causar problemas para las familias que esperan dar sepultura a sus seres queridos.
Además de la burocracia, los costos asociados con la repatriación de un cuerpo desde el extranjero son extremadamente altos. Se estima que repatriar un cuerpo desde ciudades como Miami o Houston, donde los costos son relativamente más bajos, puede costar alrededor de 4.000 dólares. Sin embargo, en otros Estados o ciudades más alejadas, los costos pueden ascender a 11.000 dólares o más. Estos montos son inalcanzables para muchas familias nicaragüenses, que ya enfrentan dificultades económicas tanto en su país como en el extranjero.
Algunas funerarias en Managua ofrecen servicios de repatriación. Entre las más destacadas se encuentra la Funeraria La Católica y La Auxiliadora, que, presuntamente ofrece un servicio integral de repatriación. Otra opción es la Funeraria Monte de los Olivos o la San Vicente, que también proporcionan servicios de cuerpos o cenizas desde cualquier parte del mundo. Aunque no necesariamente ligado a estos nombres se han generado numerosas denuncias de cláusulas engañosas en los contratos y precios excesivos, lo que aumenta la carga financiera para aquellos que simplemente buscan regresar a sus seres queridos a su tierra natal.
Morir en el extranjero, al parecer seguirá siendo una experiencia de incertidumbre, angustia y dificultades para miles de nicaragüenses y sus familias, quienes, lejos de su patria, deben enfrentarse a una realidad que complica hasta los últimos actos de amor y despedida. Un calvario por donde deben arrastrar las cruces hasta encontrar santa sepultura en la tierra que nos vio nacer.