Cuentos fantásticos de Rubén Darío
Penúltimo cuento publicado por Darío, «Huitzilopoxtli» apareció en La Nación, de Buenos Aires, el 5 de junio de 1914, y se reprodujo con el subtítulo de «Leyenda mexicana» —presumiblemente con la autorización del autor— en el Diario de Centro América, Guatemala, el 10 de mayo de 1915.
Su escenario es el norte del territorio mexicano durante la revolución. Por tanto, se le considera uno de los cuentos pioneros de esa temática.
El narrador-protagonista viaja desde una ciudad fronteriza de los Estados Unidos al territorio controlado por Venustiano Carranza y Pancho Villa (el guerrillero y caudillo militar formidable) para informarse de un amigo, teniente de las milicias revolucionarias. Lo acompañan un médico estadounidense — y además periodista al servicio de diarios yanquis— más un cura y, al mismo tiempo, coronel. El nombre del primero es Mr. John Perhaps y el apellido del segundo, de origen vasco, Reguera (uno de los hombres más raros y terribles que haya conocido en mi vida).
En efecto, Reguera había llegado de joven a México, donde se hizo partidario del emperador Maximiliano y más tarde de Porfirio Díaz; cree en la vigencia de las primitivas deidades aztecas, bebe comiteco —licor elaborado del maguey— y fuma mariguana que ofrece al narrador-protagonista. Durante la travesía, Perhaps se interna hacia el fondo de la selva.
Al acampar obligadamente en un sitio ocupado por las fuerzas revolucionarias, y mientras el cura duerme, el narrador protagonista presencia despavorido, en el silencio de la noche y en medio de una claridad dorada, un sacrificio ritual en honor a Teoyaniqui (la diosa mexicana de la muerte). ¡Perhaps era la víctima! Al día siguiente, pregunta por el padre Reguera, pero le dicen que se hallaba ocupado fusilando enemigos.
El cuento termina con esta frase, en la que Darío logra la unidad de efecto que preconizaba Poe: Vino a mi cerebro, como escrito en letras de sangre: Huitzilopoxtli. 41 En realidad, el feroz dios azteca de la guerra, a quien se le sacrificaban esclavos y prisioneros, era conocido por Darío; no en vano figura en su «Ode a la France» —escrita el mismo año de 1914 a raíz del inicio de la primera guerra mundial— e integrado al Canto a la Argentina y otros poemas (1914) con el título de «FranceAmérique»:
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La-bas, dans l’épouvante et l’ínjurie et la haine,
ler chasseurs de la mort ont sonné l’hallali,
et, de noveau souflant sa vanimeuse haleine,
on croirat voir la bonche d’Huitzilopoxtli.
[Allá, en el horror y la injuria y el odio,
los cazadores de la muerte han tocado el halalí,
y soplando otra vez su venenoso aliento,
se creía ser la boca de Hutzilopoxtlí].42
Además, recordaba a Huitzilopoxtli en un poema de Giosuè Carducci (1835-1907) reencarnado en los soldados que fusilaron a Maximiliano para vengarse de su lejana derrota ante los súbditos de Carlos V. Seguramente, este recuerdo inspiró a Darío su cuento, una de las piezas más admirables y contemporáneas de su quehacer narrativo. El poema de Carducci se titula «Miramar» y pertenece a su obra Odi Barbare.
43 Según una máxima autoridad mexicana, Carducci cuenta en dicho poema «que los dioses indios esperan a Maximiliano para destruirlo y uno de ellos, probablemente Huitzilopoxtli, dice este verso: Io te volvera, fiore d’Asburg…».44
Pese a ello, se le han consagrado escasos análisis. En el suyo, Carmen Mora Valcárcel se pregunta: «¿no se vislumbra en él una muestra de ese fenómeno tan vinculado a la evolución literaria hispanoamericana que se conoce por realismo mágico?»,45 y lo denomina, con razón «relato fantástico de ambiente realista».46 Ella observa que la secuencia única de gradación ascendente que es el cuento se divide en dos subsecuencias: la primera, correspondiente a la travesía, acumula elementos dispersos e inconexos, para asociarse luego en la segunda, que culmina en la escena del sacrificio. Esta acumulación e integración definitorios de su proceso estructurador.
Lo fantástico radica al contraponer Darío lo real y lo irreal. Mejor dicho: en el juego con la ambigüedad que otorga el desenlace, plantea dos alternativas: alucinación (engendrada por la mariguana) y visión real. Por lo demás, la atmósfera del relato se traza desde el principio: El misterio azteca, o maya, vive en todo mexicano por mucha mezcla que halla en su sangre, y esto es poco —sostiene Reguera en uno de los diálogos que dinamizan la acción.
El mismo Reguera —ejemplo del oportunismo de quien toma partido por el gobernante en cada momento histórico— es el personaje más caracterizado. Darío le aplica trazos psicológicos contradictorios: como sacerdote sirve a Dios, comparte su fe con la creencia en los antiguos dioses (el alma y las formas de los antiguos ídolos nos vencen) y es capaz de fusilar como coronel revolucionario. En este sentido —señala Mora Valcárcel—, Reguera es una proyección del culto a Huitzilopoxtli que, a través de la guerra florida, participa simultáneamente del sacrificio humano y del espíritu religioso.
¿Y el yanqui Perhaps? No hace nada para merecer la muerte, excepto representar a su país. Por eso «Huitzilopoxtli» trasluce, significativamente, este trasfondo político: la intromisión en nuestra América de la potencia del Norte.
Trasfondo era común al denunciado por Darío en «D.Q.», cuento ocurrido en otro escenario bélico que tiene, entre sus personajes, a otro cura: un capellán anónimo y no tan determinante en la trama. Pero el meollo de «Huitzilopoxtli», — como lo sugiere su título— es la presencia esencial de lo mitológico. Darío lo expresa desde el inicio en boca de Reguera: Aquí en México, sobre todo, se vive en un suelo que está repleto de misterio. Todos los indios que hay no respiran otra cosa.
Y el destino de la nación mexicana está todavía en poder de las primitivas divinidades de los aztecas. Esto lo hace —de acuerdo con Mora Valcárcel— un buen antecedente de cuentos posteriores como «Chac Mool» de Carlos Fuentes o «La fiesta brava» de José Emilio Pacheco, para nombrar a dos autores mexicanos.
En relación a la pregunta de Mora Valverde, precedida por otra de Mejía Sánchez —si «Huitzilopoxtli» era un «antecedente del realismo mágico de hoy»—, Julio Valle-Castillo anota que en 1969, Ruth S. Lamb la contestó: «Amén de afirmar que ‘Rubén Darío se anticipa a los escritores de la Revolución Mexicana, aseguraba que ‘al menos se muestra precursor de este realismo mágico de Miguel Ángel Asturias y de Alejo Carpentier, donde lo exótico se convierte en primitivismo auténtico».47
En fin, «Huitzilopoxtli» fue incluido en una antología mundial de cuentos breves al lado de piezas escritas por los rusos Alexander Afanasiev (1826-1871), Antón Chejov (1860-1904) y Leonid Andréiev (1871-1919); y por los estadounidenses Edgar Allan Poe (1809-1849), Mark Twain (1835-1910) y O’Henry (1862-1910), más el checo Franz Kafka (1883-1924), entre otros grandes narradores.48 Y se ha traducido al alemán por Ulrich Kunzmann, en 1983; al inglés por Andrew Hurley, en 2005; al danés por Gorm Rasmu-ssen, en 2014; y al portugués por Marcelo Maneo, en 2015.