El poeta latino Publio Ovidio Nasón dijo: “La esperanza hace que agite el náufrago sus brazos en medio de las aguas, aun cuando no vea tierra por ningún lado” y es precisamente ello, la única herramienta que al parecer le restaba a la campaña de reelección del presidente Joe Biden. Tirar manotazos de ahogado ante los índices terriblemente altos de impopularidad. Como suele suceder, los migrantes (en su mayoría latinos), una las minorías más apetecibles en las urnas conforman el foco de atención de medidas o anuncios populistas. Es como si fuéramos una especie de cardumen político a los cuales lanzar la carnada. Lo triste es que muchos siguen mordiendo el anzuelo.
Biden, hizo el anuncio oficial de una nueva política migratoria que busca legalizar a migrantes casados con nacionales estadounidenses. Todo por supuesto, con los bombos y platillos que encuentran eco en una prensa preocupantemente comprometida con la extrema izquierda.
Ahora bien. ¿Quiénes califican y cuáles son los puntos para tener en cuenta? Las parejas no necesitan haber estado casadas por un período de tiempo específico. Aquellos que califiquen tendrán tres años para solicitar la residencia permanente y serán elegibles para un permiso de trabajo de tres años.
Se les otorgará lo que se ha denominado «libertad condicional en el lugar», permitiéndoles permanecer en EEUU mientras se regulariza su estatus.
El programa, presuntamente, estará abierto a aproximadamente 500,000 cónyuges de ciudadanos estadounidenses que hayan vivido en Estados Unidos durante al menos diez años hasta el 17 de junio. Acorde a las cifras manejadas por la administración demócrata unos 50,000 niños menores de 21 años con un padre ciudadano estadounidense también serán elegibles. La mayoría de los beneficiarios probablemente serán de origen mexicano. El programa permitirá a los cónyuges e hijos solicitar la residencia permanente sin tener que salir de Estados Unidos, eliminando un proceso que podría ser largo y provocar separaciones familiares.
La orden ejecutiva contrasta marcadamente con otra amplia orden de inmigración emitida por el presidente a principios de junio, que permite a los funcionarios expulsar rápidamente a los migrantes que ingresan ilegalmente a Estados Unidos sin procesar sus solicitudes de asilo.
Ambas políticas, espaciadas en solo dos semanas, han puesto de relieve la compleja situación en la que se encuentra Biden en materia migratoria. Su desempeño entre los votantes hispanos era bajo, por lo que estaba intentando aplicar medidas para ganar su apoyo. No obstante, esto podría resultarle en la pérdida de votos en otros sectores.
Una encuesta de Gallup encontró que el 18% de los votantes estadounidenses consideran la inmigración como su principal preocupación. Por otra parte, los sondeos, en su casi totalidad, demuestran que los estadounidenses confían más en Trump en materia de inmigración que en el presidente, antes de renunciar a su candidatura.
Un poco más de la mitad de los votantes estadounidenses apoyan la deportación de todos o la mayoría de los inmigrantes en situación irregular, según una encuesta de Reuters.
Otro estudio de opinión pública impulsado por Equis en siete estados clave para las elecciones presidenciales muestra que los demócratas ya no tienen la ventaja entre los votantes hispanos en cuanto a la gestión de la inmigración. La encuesta revela que el 41% de los votantes hispanos confía más en Donald Trump para manejar la inmigración, mientras que el 38% prefiería a Joe Biden. Entre los encuestados «no hispanos», el 34% confía más en los demócratas y el 49% elige a los republicanos.
Entre los latinos, el 72% de los votantes está muy o algo preocupado por las promesas incumplidas de Biden respecto a la migración, y al 65% le preocupa que no haya logrado ofrecer un camino a la ciudadanía para los inmigrantes.
El país atraviesa una crisis fronteriza sin precedentes, con la llegada de millones de inmigrantes ilegales desde que Biden asumió la presidencia. Los demócratas están siendo acusados de aprovechar esta política de fronteras abiertas con fines políticos, en un intento de conseguir más votantes para las elecciones de 2024.
No obstante, la realidad es que, en lugar de abordar la crisis fronteriza más grave de la historia, Biden ha sobrepasado su autoridad ejecutiva al implementar un proceso inconstitucional, ignorando a los votantes y a sus representantes en el Congreso, y enviando el mensaje de que la amnistía está disponible para quienes ingresan ilegalmente a Estados Unidos.
Con aproximadamente 36.2 millones de latinos elegibles para votar en las elecciones de noviembre, el voto hispano será fundamental, especialmente en los estados púrpura que decidirán el resultado de la contienda presidencial.
La narrativa histórica de la izquierda ha sido eficaz a la hora de prometer y erigirse como mesías sobre discursos de equidad o progreso. Los ejemplos de su fracaso, en contraste a su verborrea, son el denominador común de los países bajo el manto socialista. Las actuales medidas propuestas no dejan de ser carnada para ese cardumen político que tiende a votar a veces con el corazón y no con la cabeza.